Familias reviven sus negocios de fresas y leche en vieja Cinchona

Lugareños piden préstamos a amigos y familiares para reabrir actividad comercial

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CINCHONA Desde hace un año la familia Cambronero Solano decidió retornar al campo para revivir el cultivo de fresas en la misma tierra que sufrió los efectos del terremoto del 8 de enero del 2009.

El sismo de 6,2 grados, con epicentro en Cinchona de Sarapiquí, en Alajuela, dejó su casa el suelo y una finca entre escombros.

“Durante cuatro años mi esposo se dedicó a hacer trabajos como soldador y con eso nos defendíamos, pero tuvimos una situación inestable. Fue muy difícil dejar la casa, el trabajo y el esfuerzo de toda una vida. Por eso fue que volvimos a trabajar esta tierra”, dijo Vanessa Solano, oriunda de esa zona.

Tras la sacudida de ese día de enero, el toldo de plástico que protegía la siembra de fresa se volvió refugio de unos 70 damnificados.

“Donde están los cultivos de fresa, la noche del terremoto habían colchones, cocinas de gas y la gente estaba nerviosa. Pero el pueblo ha sabido trabajar y hemos logrado levantarnos”, resaltó Luis Cambronero, vecino de Nueva Cinchona.

Los lugareños que eran empleados de la fábrica El Ángel y del hotel La Paz Waterfall Gardens recibieron el apoyo de sus patronos, pero quienes tenían su negocio propio tuvieron que empezar de cero, con ahorros o la ayuda de familiares y amigos, para revivir sus negocios.

“Un amigo se hizo socio de nosotros y con unos ¢6 millones pudimos reabrir los cultivos de fresas y exportar dos veces por semana”, explicó Cambronero.

Óscar Guillermo Vásquez y José Rojas también forman parte de los vecinos de la vieja Cinchona que en el último año han reabierto sus comercios, de leche y fresas, en la región afectada.

“La Comisión Nacional de Emergencias declaró que esa zona es de restricción y ahí no puede habitar nadie, solo se han reactivado fincas de leche y fresas que son para supervivencia de esas familias”, explicó la presidenta de la CNE, Vanessa Rosales.

Arraigo. Las personas adultas mayores que nacieron en la antigua Cinchona todavía resienten el cambio a la nueva comunidad donada por el Gobierno.

“Después de trabajar toda una vida en la finca, es muy difícil vivir esto. Gracias a Dios estamos vivos, y tenemos techo, pero antes teníamos finca con ganado. Sin esta pulpería dentro de la casa nos morimos de hambre”, comentó María Isabel Rodríguez, de 74 años.

De acuerdo con el Ministerio de Vivienda, al 31 de diciembre del 2013, el Ejecutivo había atendido a 366 familias afectadas por el terremoto, con una inversión que superó los ¢4.500 millones.

Para el primer trimestre de este año serán ubicadas otras 36 familias en el proyecto de vivienda Renacer, en Vara Blanca, Alajuela.

“Lo más difícil en estas emergencias es conseguir terrenos que cumplan con los parámetros de seguridad, costo, gestión del riesgo, respeto de la normativa municipal en términos de planes reguladores, ambiental y de cercanía para las familias que perdieron todo durante la emergencia”, dijo el ministro de Vivienda, Guido Monge.

Las 91 familias que habitan en de Nueva Cinchona celebran los avances de infraestructura que ha experimentado el pueblo, pero siguen a la espera de los títulos de propiedad de sus viviendas.

“Uno está muy agradecido por la casa que nos dieron, pero sentimos como si no fuera de nosotros, porque no tenemos ni un título de propiedad ”, dijo Vianney Morera, uno de los residentes.

La presidenta de la CNE aseguró que existe un compromiso para que se otorguen los títulos de propiedad antes de que finalice esta administración.

Después de cinco años del terremoto, los vecinos celebran el progreso de una comunidad que, de los escombros, hoy se levanta con mucho trabajo y esfuerzo propio.