Familias extranjeras dan hogar a niños huérfanos marginados por parejas ticas

En los últimos siete años, 168 parejas foráneas gestionaron adopciones en el país

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Lucía nunca conoció a su padre y, cuando su madre murió por una enfermedad incurable, quedó desamparada. Apenas tenía 6 años.

El Patronato Nacional de la Infancia (PANI) la cobijó y cuando tuvo los permisos judiciales para darla en adopción, lo hizo. Pero los días pasaron y los años también y ninguna familia costarricense levantó la mano.

Lucía, un nombre ficticio para proteger la identidad de la niña, no calzaba del todo con el perfil que las parejas ticas suelen solicitar cuando adoptan, según explicaciones del PANI.

Por ejemplo, ella tenía 6 años y los nacionales pretenden niños de entre 0 y 3 años. En ocasiones puntuales, se opta por la adopción de menores de 4 y 5 años.

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Por ello, Lucía entró en un proceso de promoción adoptiva, que trata de ubicar con familias extranjeras a niños que no fueron acogidos por costarricenses. Y tuvo gran éxito: unos esposos italianos se enamoraron de ella y se la llevaron a ese país en el 2009.

Lucía, quien ahora tiene 15 años, es parte de los 168 menores que fueron adoptados por foráneos entre el 2007 y el 2014, según estadísticas del Patronato.

De hecho, la entidad registró el año pasado la mayor cantidad de adopciones por parte de extranjeros; en total, acogieron a 44 niños. En el 2012 y 2013, hubo 18 casos, en cada uno de esos periodos.

“Las familias nacionales son muy restrictivas en el perfil del niño que quieren. Por ejemplo, el año pasado teníamos 166 niños y 180 familias nacionales aprobadas para adoptar. Solo pudimos ubicar a 105 con ticos; nos quedaron 61 menores que no tenían opción acá; 44 encontraron familia en el extranjero, pero 17 no”, detalló Jorge Urbina, jefe del departamento de Adopciones del PANI.

Muchas exigencias. El Patronato explicó que las parejas tienen derecho a elegir cómo quieren que sea el menor que adoptarán. Usualmente, los nacionales buscan a menores de 5 años, sin antecedentes de violación, sin familiares con problemas mentales o de adicción y sin alguna discapacidad.

Es decir, buscan un perfil difícil de conseguir entre la población infantil que maneja el PANI, reconoció Urbina.

Hasta este 17 de julio, la institución tenía 25 niños que no fueron adoptados aquí y que serán puestos en promoción adoptiva en las agencias extranjeras.

Karol Molina, psicóloga clínica, dijo que la madurez de la pareja influye mucho en ese proceso. “Piensan que es una carta a Santa Claus. Piensan que un abuso sexual, por ejemplo, es una marca que siempre debe llevar el niño y no es así. Todo se puede tratar”.

Por su parte, Urbina señaló: “La cultura adoptiva de nosotros es cerrada, lastimosamente. La gente pide muchos detalles, que también hace que se les vayan cerrando las puertas para adoptar. Entre más pidan, es más difícil”.

Por ello, los pequeños que son acogidos por extranjeros son mayores de seis años. Además, contrario a los ticos, los foráneos suelen adoptar a grupos de hermanos que fueron abandonados.

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¿Cómo es? Antes de explicar el proceso, Urbina enfatizó que la adopción extranjera es subsidiaria a la nacional. “Los niños tienen derecho a permanecer en su país de origen, por eso es que le damos prioridad a las familias locales”, señaló el funcionario.

Cuando agotan las posibilidades aquí, entonces es se abre la posibilidad a los foráneos.

Todo procedimiento con extranjeros es regulado por el Convenio XXXIII de La Haya, que exige a cada país que lo conforma a tener una autoridad central para que regule el proceso o autorice a agencias privadas a meter mano en los trámites. En el caso de Costa Rica, es el Consejo Regional de Adopciones.

De esta forma, agencias de países como Italia, Estados Unidos y España, de donde son las parejas que más adoptan a niños ticos, se ponen en contacto con el PANI para notificarles que hay familias interesadas.

“Vemos sus estudios psicosociales. Si cumplen con nuestros requisitos, entran al banco de familias elegibles; ahí buscamos cuál niño coincide con el perfil que buscan. Eso se llama empate teórico”, puntualizó Urbina.

En caso de que hagan una ubicación, el PANI se lo informa a la agencia que representa a la familia seleccionada y esta responde si están o no de acuerdo.

Dado el visto bueno, el Patronato comienza dos procesos paralelos: el primero es en el Juzgado de Niñez, para programar una audiencia en la que el juez decidirá si avala o no la adopción; el segundo es la fase del emparentamiento, donde preparan al niño y, de forma remota, a los posibles padres adoptivos.

“Los niños para adopción internacional necesitan de mucha preparación, hay que introducirlos hasta en el tema de la lengua (idioma), por ejemplo. No hay un estimado de cuánto dura este proceso”, dijo Urbina.

Cuando el PANI considera que el menor está listo para conocer a su futura familia, les pide que viajen a Costa Rica por unas seis semanas, como mínimo.

“Hacemos el encuentro: comenzamos un periodo de visita al albergue y luego dejamos al niño salir con la pareja al hotel. Cuando vemos que sí hay ese clic entre ellos, señalamos audiencia y el Juzgado resuelve”, narró.

Buen viaje. En el momento en el que aprueban la adopción internacional, se solicita un certificado de conformidad, que es un documento que respalda que el proceso se hizo conforme a las reglas del Convenio de la Haya.

Urbina dijo que ese papel le permite al menor ingresar al país receptor con condiciones migratorias definidas. “Con esto, no hay que hacer reconocimiento de la sentencia nacional en el otro país”, manifestó.

Por los siguientes tres años, el PANI da seguimiento para ver el trato de la familia hacia el niño.

“Pedimos informes semestrales a la autoridad que regula el proceso en el otro país y, si nosotros así lo creemos necesario, podemos pedir videoconferencia privada con el menor, una conversación telefónica, entre otros recursos”, concluyó.