La escasez de agua y el dengue tienen una estrecha relación en algunas comunidades del país.
Así lo reconocen las autoridades del Ministerio de Salud, que luchan para revertir esa situación.
María Ethel Trejos, directora de Vigilancia de la Salud de esa cartera, dijo que en comunidades donde no reciben un servicio continuo de agua y los vecinos guardan el líquido, como ocurre en La Carpio, hay más criaderos del zancudo transmisor del dengue.
“Ellos reciben agua solo durante unas horas del día. Entonces eso hace que todos los días tengan que almacenar agua. Si no tapan los recipientes adecuadamente o si no los están lavando con el cepillado por lo menos una vez por semana, pueden convertirse en criaderos”, explicó Trejos.
En esta comunidad, como la mayoría de la gente no es dueña de los lotes donde reside, no recibe el servicio de agua intradomiciliaria. Por tal razón, no hay continuidad en el servicio y la gente se ve obligada a almacenar el líquido.
La Carpio es uno de los principales focos de dengue en la capital.
La funcionaria de Salud dijo que trabajan en educación para que los vecinos mantengan bien cerrados los depósitos de agua y los laven con cepillo o esponja para eliminar los huevecillos del zancudo.
Costa de Pájaros, en Puntarenas, es otra localidad con problemas de agua y de dengue.
Empero, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) no coincide con Salud en que el faltante de agua sea responsable del aumento de dengue.
Eduardo Lezama, subgerente de esa entidad, refutó a Salud al decir que el agua para consumo doméstico usualmente no tarda más de un día almacenada.
“No podríamos atribuirle a la falta de agua que el mosquito prolifere; eso es clarísimo”, indicó.
Agregó que hay comunidades donde aún se reparte agua con cisterna porque así lo ordena la Sala Constitucional. La lista abarca precarios o localidades donde los sistemas de distribución no están diseñados o les falta el financiamiento, dijo Lezama.
Este martes, La Nación dio a conocer que AyA guardó ¢23.000 millones producto de ajustes tarifarios, lo cual generó un “jalón de orejas”de parte de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos. Parte del dinero debía emplearse en atender la escasez del líquido.