MEP promete nuevo edificio de cuatro pisos para escuela con 13 órdenes sanitarias

Centro educativo de Limoncito, en Limón, se levantará en el mismo terreno, pero deberá esperar todavía unos dos años

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Un edificio de cuatro pisos con instalaciones de nueva generación.

Esta es la promesa que hizo el Ministerio de Educación Pública (MEP) a los 800 niños de la Escuela Barrio Limoncito, en Limón, sobre la cual pesan 13 órdenes sanitarias debido al pésimo estado de las instalaciones.

El único inconveniente es que para ver la obra habrá que esperar unos dos años.

Para realizar los estudios preliminares, el diseño arquitectónico y los planos para el nuevo centro educativo, el MEP firmó este miércoles un convenio con el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR).

La escuela de este barrio, habitado por familias de bajos recursos, se fundó en 1976. El deterioro comenzó a evidenciarse en 2005, cuando el Ministerio de Salud dictó la primera orden sanitaria.

Desde entonces se fueron acumulando hasta sumar 13, por los diversos motivos como paredes devoradas por comején o soportes metálicos herrumbrados. El hecho más grave fue el techo a punto de desplomarse.

En total sumaron 13, que se han ido sorteando con arreglos de parche.

Fue ese riesgo el que obligó a sacar a los 35 grupos a recibir clases en la explanada del templo católico de la comunidad, mientras que la alimentación y administración se trasladaron a una propiedad privada.

Marco Fallas, viceministro administrativo del MEP, celebró que la ayuda del Tecnológico les va a economizar unos ¢35 millones en los planos, estudios preliminares y el diseño, así como año y medio de espera pues se comprometieron a entregarlos en seis meses.

Normalmente, una junta de educación tarda hasta dos años en tener esos requisitos.

"El Tecnológico también va a colaborar con el diseño del cartel de licitación y a supervisar la ejecución de la obra. Va a ser una obra que tendrá condiciones de seguridad y calidad. Tendrá un costo de entre $8 millones y $9 millones.

"No es una obra sencilla, es un caso parecido al de la Escuela La Carpio (en San José): un espacio reducido y la necesidad de resolver el tema de aguas residuales", explicó Fallas.

Los vecinos se han negado a que la escuela salga de la comunidad. Entonces como el espacio que tienen es pequeño, la idearon a cuatro plantas, que se levantará donde está el actual edificio, que será demolido.

"Entendemos a la comunidad que exigía una solución definitiva, no teníamos una alternativa clara a la vista. Esta solución fue colectiva con la comunidad", manifestó el viceministro.

Comején, herrumbre y peligro

Aparte del techo, la Escuela Barrio Limoncito tiene problemas en la captación, almacenamiento y desecho de las aguas negras, tanto, que una empresa privada debía limpiar el tanque séptico hasta dos o tres veces por semestre dado que este perdió su vida útil hace mucho tiempo.

El centro educativo, que en 2017 tenía una población de 339 niñas y 351 niños, únicamente posee dos servicios sanitarios para las mujeres e igual cantidad para los varones. Esos son los mismos baños que usa el personal.

Se trabajaba, además, con poca luz, sin ventilación y en hacinamiento, pues ante la necesidad de disponer de más aulas y oficinas, se construyeron cubículos sin ningún tipo de planeamiento, convirtiendo el lugar en un enmarañado y angosto laberinto sin normas básicas de seguridad y con muchas trampas en el piso.

Los docentes trabajaban de manera estrujada.

Otra amenaza es que los dos tanques de gas propano, de 100 libras cada uno, con que funcionaba la cocina de la escuela, estaban prácticamente arrecostados a la pila de lavar los platos y a un metro de donde funciona el centro de fotocopiado. También el sistema eléctrico representaba un riesgo de incendio.

A pesar de las circunstancias en que estuvieron los alumnos, la institución registra un rendimiento satisfactorio en relación al de otras escuelas de la provincia de Limón y, por ejemplo, ha participado en las 15 ferias de Ciencia y Tecnología realizadas hasta el año pasado; en 10 ocasiones ha alcanzado premios nacionales.

Aunque los menores carecían de zonas verdes donde jugar y de instalaciones deportivas, todos los años el centro asistieron al Festival Nacional de las Artes, y siempre obtuvieron algún reconocimiento, en alguna categoría.

Uno de los más grandes logros es que, pese a la incomodidad de sus instalaciones y el deterioro de las mismas, la escuela posee la Bandera Azul Ecológica, con cinco estrellas, la más alta de las distinciones.

En 2017, 169 niños gozaban del beneficio de beca estudiantil.