70% de alumnos con discapacidad supera barreras educativas

Hacen exámenes y realizan las mismas actividades que el resto del grupo

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Aun cuando la discriminación acecha y amenaza con disminuir su desempeño, 37.000 niños y adolescentes con alguna discapacidad asisten a kínder, escuela o colegio.

Hacen exámenes con la adecuación curricular respectiva y comparten con niños de su edad, sin que la parálisis cerebral, la ceguera o el síndrome de Down sean motivo de exclusión.

“La ignorancia de la gente es lo que más levanta barreras. Hay que eliminar el mito de que no pueden y siempre es fundamental el apoyo de la familia. Una persona con retardo puede aprender a leer y escribir”, dijo Johanna Castro, educadora especial y directora ejecutiva de la fundación Yo puedo, ¿y vos?

Según datos del Censo Nacional del 2011, extraídos por La Nación, en Costa Rica hay 52.022 niños con edades entre 5 y 17 años que presentan alguna discapacidad, y el reto para la educación especial es incluirlos en aulas regulares y no marcar diferencias que los separen del sistema educativo.

“Cada año, son más los que se logran incorporar al sistema; hemos superado el 50% de casos que empiezan en aulas de educación especial y pasan a aulas regulares. Ahí demuestran que son capaces de hacer lo mismo que el resto”, dijo Adriana Segura, asesora en Educación Especial.

Superación. La educación es motor para el progreso. Ejemplo de ello es Andrés Vargas, de 12 años y estudiante de sétimo año en el Liceo Laboratorio, de Moravia.

La parálisis cerebral no le ha impedido estar en las mejengas de fútbol en los recreos, ni demostrar su excelencia académica al hacer los exámenes por computadora.

“La perseverancia de la familia es fundamental. A Andrés le rechazaron la matrícula en un colegio privado, pero el Liceo Laboratorio le abrió las puertas este año y lo tratan muy bien. Juega bola en los recreos, le va súper bien en las notas y está motivado”, dijo Krisia Rojas, madre de Andrés.

La superación está acompañada de terapia física y de lenguaje, así como de la motivación de familiares y compañeros de clase.

Sin embargo, una vez que hacen la transición de los centros de educación especial hacia las aulas regulares, no faltan los docentes y padres de familia que discriminan.

“En el kínder hay una señora que dijo que mi hija no tenía por qué estar ahí, ya que tiene síndrome de Down. En otro kínder, había una maestra que la excluía de las actividades que realizaba el resto. Es muy duro, pero si uno quiere lo mejor para sus hijos, el esfuerzo y la lucha contra esas barreras los hace crecer”, dijo Carmen Pizarro, madre de Valentina Jiménez.

Pizarro dedica todo el día a cuidar a su hija, la lleva a clases de lectura y escritura y, desde las 8 p. m. hasta las 4 a. m., se dedica a limpiar los buses de Guadalupe.

Pese a que en las aulas las cifras son alentadoras, las oportunidades no son las mismas cuando llegan a la edad de buscar trabajo.

En Costa Rica hay 297.050 personas entre 15 y 65 años con algún tipo de discapacidad. De ellas, el 54% (162.022) carece de empleo, aún cuando tiene aptitudes.

“Uno quiere lo mejor para su hijo. Hay gente que nos cierra las puertas, pero hay muchas otras personas que están dispuestas a creer en la inclusión y en el respeto para todos. Tenemos la satisfacción de no quedarnos solo en el intento o quejándonos”, dijo Isabel Muñoz, la mamá de Josué Benavides, de 8 años.

La asesora en Educación Especial Adriana Segura señaló que pese a que se han logrado avances importantes en la inclusión de personas con discapacidad, es necesario que el Ministerio de Educación Pública (MEP) abra nuevos códigos (plazas para docentes) para atender las necesidades que demanda esta población.