Cuando la decisión es cambiar de credo

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Las inquietudes sobre la fe que experimentan las personas las llevan a buscar respuestas en lugares muy distintos, pero el proceso para encontrarlas tiene similitudes.

Todos coinciden en que no ocurrió de la noche a la mañana, y que todo empezó con dudas y cuestionamientos sobre sus creencias. Para la mayoría, significó problemas familiares: algunos ya los resolvieron y otros prefieren evitar el tema para no generar conflictos.

Ellos son parte del 15,8% de la población que tuvo una experiencia de conversión religiosa, según la investigación sobre cambios en las creencias de la Universidad Nacional (UNA). Algunos casos requirieron leves ajustes a la fe, otros fueron cambios radicales que terminaron en el abandono de la práctica religiosa.

"Una de las posibles motivaciones para la migración es que las personas están encontrando una respuesta a sus necesidades existenciales en distintas denominaciones religiosas, que antes no tenían. De nuevo, es dinámica de mercado: porque me puede dar en este momento de mi historia mayor significación, mayor sentido de pertenencia y mayor vínculo afectivo", explicó el sacerdote David Solano.

Lo que definitivamente comparten todas las personas que contaron su experiencia al cambiar de credo es la paz que encontraron al tomar la decisión, la cual, según aseguran, fue la correcta.

El mismo sentir. Nuvia Ramírez se dio cuenta de que algo no calzaba en su vida como católica luego de divorciarse, cuando buscó el consejo de un sacerdote y terminó sintiéndose juzgada y rechazada.

Años más tarde afrontó la muerte de su suegra, y fue justo en ese momento que su esposo se unió a una comunidad evangélica, camino al que ella se integró con alegría, dice.

“Al principio me sentía incómoda con eso de que la gente levantaba los brazos porque en la Iglesia católica no se hace, porque todo es de memoria. Aquí es algo espontáneo; nos enseñan la palabra y eso me encantó porque era lo que yo empíricamente hacía en la casa”, contó Ramírez.

Ella asegura que se siente bienvenida en la nueva comunidad de creyentes, y que todos se ven como hermanos.

Asegura que su creencia, en el fondo, es la misma.

“Creo que el principio de la Iglesia católica y la iglesia donde me congrego ahora es el mismo: guiarnos por las enseñanzas de Dios y ponerlo sobre todas las cosas, la única diferencia es que aquí no hay culto a santos”, manifestó.

Respuestas en el islam. Desde la mezquita a la que asisten en San José, Ibrahim Villalobos y Hafsa Marium aseguran que en el islam encontraron las respuestas a las dudas que tuvieron durante todas sus vidas.

Él adoptó esta religión tras experimentar con otros credos, mientras que ella tuvo su primera experiencia al ser invadida por una gran emoción mientras dibujaba una niña árabe.

Ellos son conscientes de que en la sociedad hay prejuicios sobre los musulmanes, basados en la falta de información sobre sus verdaderas prácticas y creencias, pero aseguran que en su caso, el cambio les ayudó a ser personas mejores.

"En la primera conversación con mi mampa, terminamos enojadas. Después tomamos la decisión de no hablar de religión. El cambio en mí no me gustó mucho, no le gustó que dejara el catolicismo, pero al ver los cambios en mi forma de vestir, en mis amistades, en los lugares que visitaba y que rezaba varias veces, vio que me estaba convirtiendo en una mejor persona", contó Hafsa".

“En realidad no es un cambio radical porque viene siendo la misma oración del mismo Dios de los católicos y de los judíos”, dijo Villalobos.

“La gente se tiene que dar cuenta de que compartimos un mismo mundo, pero lo vemos de diferente manera”, agregó.