‘Cuando a uno lo echan de casa, el hospital es el único hogar’

Abandono familiar sube un 85% durante diciembre y ancianos terminan en asilos

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La resignación acompaña a Carlos Luis Ocampo, de 76 años, en la cama número 68 del Hospital Nacional de Geriatría, en San José.

Sus hijos, dice, lo echaron de la casa hace tres años y el abandono en una cuartería consumió sus fuerzas hasta llevarlo al hospital.

Como él, cada mes llegan dos adultos mayores abandonados por sus familias a ese centro médico y en diciembre se ha atendido a 11.

En las horas de visita no hay hijos ni nietos que lleguen a preguntar por la salud de ellos. Las horas pasan entre conversaciones con enfermeras y otros pacientes.

Según Fernando Morales, director del Hospital de Geriatría y Gerontología Raúl Blanco Cervantes, unos 6.000 adultos mayores fueron, en el 2013, víctimas de maltrato, físico o psicológico, por parte de familiares o terceros.

“Me echaron de la casa hace tres años y alquilaba un cuarto a ¢80.000 por mes. Pero ya las piernas no me daban para prepararme la comida. Ahí me di cuenta de que cuando a uno lo echan de casa, el hospital es el único hogar”, dijo Ocampo.

Este diciembre, don Carlos llegó al hospital geriátrico. Lleva quince días internado y ningún hijo se ha hecho cargo de él, aseguran las trabajadoras sociales.

“Me caí en la calle y un señor en un gran carro me trajo hasta aquí. Como este hospital no hay dos. Aquí lo tratan bien a uno y no falta la comida todos los días”, dijo.

En Costa Rica, la población mayor sigue en aumento y, según el Reporte mundial del envejecimiento del 2012, del Fondo Mundial de Población de Naciones Unidas (UNFPA), en el 2050 el 21% de los ticos superará los 65 años.

“En esta época aumentan los casos de agresión y abandono al adulto mayor. La vejez puede ser el mejor verano o el peor invierno, y hay quienes se olvidan de que van para esa edad”, dijo el doctor Morales.

¿Por qué? Carlos Luis Ocampo fue taxista durante 52 años y añora los viajes a playas, volcanes y montañas para ir a dejar a un cliente.

“Recorrí este país de punta a punta. Uno se pone viejo y después solo quedan los recuerdos. De mis ocho hijos, solo puedo decir que me echaron y que no quieren saber nada de mí”, agregó.

Las frases de don Carlos se escriben entre pausas, con la barbilla reposada sobre la palma de la mano y sin una razón concreta sobre la salida de su casa.

“No encuentro explicación del por qué me echaron de la casa. Ellos dicen que fui un mal padre, pero no sabría decirle qué fue lo que los hizo tomar esa decisión. Ahora, ninguno de los ocho me viene a ver; los nietos tampoco”, agregó Ocampo.

Antes de llegar al hospital, fue inquilino de una cuartería cerca del barrio chino, en San José. Ahí había días que pasaba sin comer, en la cama o leyendo periódicos.

La hospitalización de un adulto mayor en abandono le cuesta al Estado unos ¢390.000 diarios.

El promedio de una larga estancia en este tipo de casos llega hasta tres meses; es decir, casi ¢36 millones por paciente.

“La realidad demográfica anuncia que cada vez hay más adultos mayores en el país, pero la planificación es insuficiente. Los candidatos a la Presidencia de la República apenas mencionan por encima a los adultos mayores en sus planes de gobierno”, dijo Morales.

Una vez que un anciano en abandono cumple la estadía en el hospital, el centro médico lo reubica en asilos o redes de cuido para evitar que sufra desnutrición o descuido. El año pasado, Morales recuerda que halló a una señora de 86 años sentada en una de las gradas del hospital con un letrero, escrito a mano por el hijo, que decía: “Vean a ver qué hacen con mi mamá ”.

La historia se repite cada año.