Berlín
La canciller Angela Merkel consolidó el domingo su estatuto de favorita a su reelección en el único debate televisado de la campaña para las elecciones del 24 de setiembre. Su rival necesitaba una victoria para invertir la tendencia, pero fracasó.
"¿El duelo televisado constituyó el giro esperado" para el socialdemócrata Martin Schulz?, se pregunta el diario conservador de referencia, Frankfurter Allgemeine Zeitung. "Definitivamente no", afirma.
"Merkel tuvo un desempeño lleno de seguridad, a Schulz prácticamente no le salió bien ninguna de sus ofensivas", dice por su parte el diario de centroizquierda Süddeutsche Zeitung tras este duelo transmitido por las cuatro principales cadenas de televisión del país y con una audiencia de 16 millones de personas, aproximadamente un cuarto del electorado.
El líder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) tenía imperativamente que dominar el debate ante las cámaras para recuperar la importante diferencia que le saca en los sondeos la canciller conservadora.
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Igual de elocuente y espontáneo que Angela Merkel, más cerebral y reservada, el expresidente del parlamento europeo parecía a priori mejor armado para imponerse en el choque dialéctico y recuperarse ante la opinión pública.
Sin embargo, no lo logró, según las encuestas de los canales de televisión pública.
En el poder desde hace 12 años, la canciller fue considerada como más convincente que su rival: 55% contra 35%, según el sondeo de la cadena ARD, y 32% contra 29%, de acuerdo al de la otra cadena ZDF.
En estas condiciones, es difícil creer en un posible salto en los sondeos del SPD, que tiene 15 puntos menos que los conservadores, a solo tres semanas de las elecciones.
Aunque el entorno de Schulz prometió una ofensiva del candidato que haría tambalearse a la canciller, el debate fue globalmente homogéneo y el líder socialdemócrata no fue capaz de distinguir su programa del de la dirigente conservadora.
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Más allá de las personalidades, se trata de un problema estructural en el SPD, que no consigue hacer una oferta política claramente diferente.
Una de las razones de este fenómeno es que, tras la llegada de Merkel al poder, en el 2005, el SPD ha sido socio minoritario en todos los gobiernos de coalición de la canciller, exceptuando un paréntesis de cuatro años.
El partido creía haber encontrado la solución a comienzos de este año poniendo al frente a un "hombre nuevo", Schulz, que había hecho la mayor parte de su carrera política en Bruselas. Sin embargo, no ha logrado convencer.
Merkel, con un balance económico que es la envidia de toda Europa –el desempleo está a un nivel históricamente bajo– y su política moderada y centrista, ofrece pocos ángulos de ataque a los socialdemócratas.
El resultado fue un debate de intercambios amables entre los rivales, como si fuera una discusión en el seno de la coalición gubernamental, que la mayoría de medios creen que se volverá a constituir tras las elecciones del 24 de setiembre.
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Un miembro del partido de la canciller, Karl-Theodor zu Guttenberg, aseguró con ironía que el debate fue "una entrevista de trabajo (de Merkel) al futuro ministro de Relaciones Exteriores".
Schulz apenas criticó a su rival por su política migratoria de puertas abiertas, que sigue defendiendo por razones humanitarias y por el rechazo de Hungría, liderada por Viktor Orban, de aceptar refugiados.
Merkel tampoco dio ocasión a su rival de criticarla por su posición sobre Turquía y dijo ser favorable a cancelar las conversaciones sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE). Para ella, la única duda es quién cerrará primero la puerta: "¿la UE o Turquía?".