Surf en Múnich celebra 50 años gracias a olas sin fin en plena urbe

En 1972 arrancó una subcultura deportiva en esta metrópoli alemana en un parque que sirve de fondo para un espectáculo de naturaleza, ambición deportiva, estética y aventura

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Imagen de archivo de surfistas en el río Eisbach en el distrito de Lehel en la ciudad de Múnich. Situada a la entrada del parque El Jardín Inglés, la ola sin fin del cauce es desde hace medio siglo una atracción para deportistas y curiosos. Fotografía: Cortesía.

Múnich. En el sur de Alemania, a unos 500 kilómetros de la costa más cercana, fluyen las aguas del río Eisbach (”arroyo de hielo”, en alemán); una corriente de unos dos kilómetros que atraviesa el parque Jardín Inglés donde el vigor de sus aguas formaron hace 50 años una de las atracciones turísticas y comunidades de surf fluvial más llamativas del mundo.

Este río artificial emerge debajo de un puente a pocos pasos de la Casa del Arte localizada sobre la calle Prinzregentenstrasse en el distrito de Lehel. En la boca del puente, la corriente genera una ola estacionaria de unos 60 centímetros de altura llamada Eisbachwelle que hoy es un imán de curiosos y surfistas sin mar quienes pueden sin problema ejercitar su pasión todo el año.

El origen de la práctica data de 1972 cuando un grupo de deportistas decidieron ir contra corriente después de que el municipio hundiera varios bloques de concreto en el lecho del río cerca del puente para aminorar la fuerza de la corriente, según ha documentado el surfista y escritor alemán Dieter Deventer en su libro River Surfing: olas de río desde Munich hasta el Amazonas.

En sus inicios, la ola era inconsistente, inestable y sensible a variaciones según la estación del año. Esto condujo a Deventer (hoy de 68 años) y otros entusiastas como él a instalar tablas para conducir el cauce y así mejorar la consistencia de la ola. Estos trabajos ilegales brindaron olas todo el año y la consecuente peregrinación de surfos y curiosos del último medio siglo.

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Sin embargo, por muchas décadas, surfear allí era un delito y riesgoso hasta hoy porque el punto donde se forma la ola es poco profundo (a veces solo 40 centímetros entre superficie y lecho del río) por lo cual se colocó un letrero de advertencia donde se anuncia que “debido a la fuerte corriente, la ola es apta solo para surfistas expertos y experimentados”, confirmó este diario.

Fue en el 2010 cuando las autoridades de Múnich permitieron oficialmente surfear en el canal y luego de intentos por destruir la ola y mantener a los surfistas alejados. No obstante, un grupo de simpatizantes organizaron actividades para salvar la Eisbachwelle; incluida una campaña en línea de recolección de firmas para dejarla intacta. Al final, las autoridades fueron sensibles al clamor y desistieron.

Al cabo de 50 años, el sitio constituye una de las principales atracciones turísticas de Múnich en una dinámica cordial y ordenada con surfistas en fila a ambos lados del río turnándose el espacio que solo permite una persona a la vez.

Según confirmó La Nación, si los surfistas en las orillas empiezan a golpetear sus tablas significa que la persona en ese momento está luciéndose o ha permanecido más tiempo de la cuenta. No es difícil notar la diferencia. En teoría, cada participante tiene derecho a surfear todo el tiempo que desee pero es evidente que prevalece el sentido común entre todos.

En consecuencia, la estancia promedio de hombres y mujeres sobre la ola oscila de 20 a 40 segundos los cuales dan oportunidad para hacer algunos giros y un par de piruetas antes de nadar de vuelta a la fila. La camaradería y el juego limpio también prevalecen.

Si bien nadar en el Eisbach técnicamente no se permite, la realidad es otra y dicha prohibición no se aplica estrictamente porque es visible ver a nadadores sumergirse en sus aguas y permitirse llevar por la corriente especialmente en verano. Sin embargo, nadar en invierno con la temperatura del agua tan helada sí ha probado ser mortal con al menos ocho personas ahogadas entre los años 2007 y 2017.

Sin embargo, la cultura del surf fluvial todavía late con fuerza en esta metrópoli alemana donde el parque que atraviesa el Eisbach provee un espectáculo de naturaleza, ambición deportiva, estética y aventura.

Hombres y mujeres hacen fila a ambos lados del río turnándose el espacio que solo permite un deportista a la vez. Solamente surfistas con experiencia son permitidos daba la poca profundidad en este punto. Fotografía: Cortesía.