Sandy mandó a volar trabajo de unos ticos y se lo aumentó a otros

Sin luz ni gasolina, economías de obreros costarricense sufren por falta de empleo

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Summit (Nueva Jersey, EE. UU.) Desgracia de unos, fortuna de otros. Los vientos huracanados de Sandy dejaron sin trabajo a cientos de ticos la semana pasada, mientras otros disfrutan la bonanza que trajeron las destructivas ráfagas.

Siete días sin pago desafían a las economías de trabajadores sin oficio permanente, muchos ilegales, que dependen del sí de patronos para alistarse cada mañana.

En Nueva Jersey, uno de los estados más castigados por Sandy, la falta de electricidad y gasolina golpea los bolsillos según sea el oficio.

“Mi esposa y cuatro hijos dependen de lo que produzco, dejé de ganarme entre $600 y $650, llamé al jefe pero me pidió que no viniera; por dicha ya se está normalizando”, narró Alán Fernández Cruz, ramonense con 20 años en EE. UU. haciendo oficios de todo tipo.

“Aquí vine a ver si sale algo, lo que sea”, dijo ayer frente a la puerta de La Hispana, una soda donde ticos, hondureños, mexicanos y demás latinos desayunan y encargan el almuerzo que llevan en recipientes de aluminio antes de partir a sus jornadas. Otros alargan la espera.

Como Fernández, más hombres se juntan en esquinas y calles, pendientes de quién se estaciona bajo los primeros rayos de un sol inútil frente a un frío de 10 grados centígrados. Mala suerte. Ninguna camioneta se detiene a buscarlos.

“Me ha ido mal. Todas mis herramientas son eléctricas. Por suerte un cliente me llamó”, afirmó Maynor Parra Rodríguez, tico dueño de una empresa de acabados para casas que emplea a una cuadrilla de cinco.

El desempleo no discrimina géneros. Las ticas que barren pisos, limpian ventanas y lavan la ropa en hogares de este país igualmente se quedaron sin trabajo la semana pasada, comentó ayer Laura Mora, presidenta de la Asociación Costarricense del condado de Mercer.

Mora, quien también se dedica al servicio doméstico, sí recibió su paga semanal completa aún sin haberse podido ir a trabajar.

“De seis ticas que conozco en este trabajo, solo a dos nos pagaron y ahora toca ver cómo hacen para reponer eso”, afirmó.

Tragedia de contrastes. En cambio, carpinteros y peones de construcción, y quienes arreglan techos y jardines (trabajos que se diluyen al instalarse el invierno) los esperan varios meses de vacas gordas.

Solo en Nueva York, el huracán destruyó las casas de 40.000, informaron las autoridades. En Nueva Jersey, los cálculos continúan.

La empresa de Henry Chavarría y Alfredo Sánchez, Ticos Tree Service, no da abasto atendiendo llamadas para quitar árboles caídos.

“Trabajamos de 6 a. m. a 6 p. m. La semana pasada terminábamos y nos íbamos a hacer fila hasta la madrugada para echar gasolina y trabajar”, explicó Chavarría mientras sus trabajadores recogían ramas y cortaban troncos frente a una casa en New Providence, donde se cayó un árbol.

La empresa utiliza tres camiones y emplea a nueve personas que ahora viven un ritmo frenético.

La mayoría de árboles que adornan los barrios en Nueva Jersey tienen raíces poco profundas gracias a los suelos decididamente arenosos y llenos de piedras. Esto explica porqué tantos árboles de troncos y ramas anchas cedieron a la furia de la ventisca.

“Ahora sí hay bastante trabajito, gracias a Dios. Por ocho horas quitando árboles me gano unos $160, y estos días trabajo hasta 14 horas”, dijo Francisco Rivera Ureña con una sonrisa de oreja a oreja.

La sonrisa y Rivera trabajan hace siete años en EE. UU., desde donde sale el dinero que su mamá recibe en Pérez Zeledón.