‘Vinieron a asesinar’, afirma sobreviviente de un kibutz atacado por Hamás

Habitantes de Nir Oz afirman que el número final de muertos sigue siendo difícil de determinar, ya que se siguen descubriendo cadáveres y otros están a la espera de ser identificados

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Nir Oz. Ataques aéreos, fuego de mortero y bombardeos resuenan a lo lejos del kibutz Nir Oz, donde Ron Bahat inspecciona los daños ocurridos en su devastada comunidad agrícola, cerca de la frontera con Gaza.

Se estima que 25% de los 400 residentes del kibutz murieron, fueron secuestrados o desaparecieron en el ataque perpetrado al amanecer del 7 de octubre por milicianos de Hamás contra comunidades y puestos militares israelíes.

Bahat, de 57 años, afirma que el número final de muertos sigue siendo difícil de determinar, ya que se siguen descubriendo cadáveres y otros están a la espera de ser identificados.

Señala una casa, donde un día antes se recuperaron los cadáveres de una mujer y su nieto. "Había mucha sangre, estaban en la 'habitación refugio'. Vinieron a asesinar", clama refiriéndose a los milicianos de Hamás.

Al menos 1.400 personas murieron, la mayoría civiles baleados, mutilados o quemados el primer día de la incursión armada del movimiento islamista palestino, según las autoridades israelíes.

Israel afirma que unos 1.500 combatientes de Hamás murieron en enfrentamientos antes de que su ejército recuperara por completo el control de las zonas atacadas.

Bahat consiguió sobrevivir junto con su familia manteniendo atrincherada la "habitación refugio" de su casa durante más de ocho horas, a pesar de los repetidos intentos de los milicianos de derribar la puerta.

En otras casas los milicianos utilizaron granadas para entrar, cuenta.

Antes del sorprendente asalto, Nir Oz era "uno de los mejores lugares para vivir", destaca.

Esta agencia visitó la comunidad agrícola en el marco de un viaje oficial organizado por el ejército israelí, en una de las primeras visitas de los medios de comunicación al kibutz.

Señales del ataque aún presentes

Casi dos semanas después, las señales del ataque siguen presentes. La ropa aún cuelga de los tendederos y las bicicletas de los niños yacen en los jardines junto a los restos quemados de las casas.

El jefe de seguridad de la comunidad, Shachar Butler, fue uno de los pocos que regresó, en parte para enterrar a uno de sus amigos cercanos el jueves por la tarde.

Recordando el ataque, relata haber visto a más de una docena de hombres armados cruzar su patio después de que una alarma alertara a los residentes.

Los milicianos dispararon y lanzaron granadas contra su casa, precisa. "Cada vez que alguien intentaba tocar mi ventana, le disparaba", explica el hombre de 40 años.

"La gente que salía era secuestrada, asesinada, ejecutada o masacrada", detalla.

Butler calcula que hasta 200 milicianos atacaron el kibutz, entrando por tres lados antes de ir casa por casa.

Tras evacuar a los supervivientes, las tropas israelíes tomaron posiciones en el interior del kibutz, situado a apenas a tres kilómetros de Gaza.

Más de 3.785 palestinos, en su mayoría civiles, murieron en la Franja de Gaza en los incesantes bombardeos israelíes en represalia por el ataque del grupo militante palestino según el último balance del ministerio de Sanidad de Hamás en Gaza.

Los bombardeos son dirigidos contra Hamás, pero también alcanzaron escuelas, hospitales, edificios residenciales e instalaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), según las autoridades locales.

Con las fuerzas israelíes preparándose para una invasión terrestre, Butler afirma que es difícil ver cómo podría llegar la paz a la región.

“Caminábamos por los campos, trabajábamos en ellos... siempre con la esperanza de que algún día se llegara a una solución pacífica”, declara a los periodistas. “Pero ahora parece imposible”, lamenta.