Rachel Dolezal: Los dos tonos de una activista

El discurso de una líder por la defensa de los derechos de los afrodescendientes se destiñó con una fotografía reveladora que ella había querido ocultar: Rachel Dolezal siempre ha sido blanca

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A los cinco años de edad, Rachel Dolezal hizo un dibujo de ella en el que se coloreó con lápiz marrón y con el pelo negro rizado. Esto, a pesar de que, quizá el lápiz color crema hubiera trazado un retrato más fidedigno de la niña de cara pecosa, cabello lacio y claro y ojos azules.

Hasta el lunes pasado, esta mujer de 37 años era la presidente local de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Raza Negra (NAACP, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Washington.

En los documentos oficiales, Dolezal se describía como negra o parcialmente negra. Sin embargo, sus padres, Larry y Ruthanne, revelaron hace poco que los antepasados de la familia provenían de Suecia, Alemania y la República Checa, y que su hija Rachel era blanca o más bien caucásica de nacimiento.

“Me identifico como negra”, insistió ella el martes, en una entrevista en el programa Today , de NBC en el que aseguró que una disputa legal familiar provocó a sus padres a hablar públicamente de ella.

Para entonces ya había renunciado a la presidencia de la NAACP, después de que su controvertido “estatus racial” provocara no solo un debate nacional, si no también una división a lo interno de la organización.

Además, ya había perdido su puesto como maestra de estudios afroamericanos en una universidad local y había sido despedida del periódico en el que tenía una columna.

También estaba en proceso una investigación de la Comisión de Ética de la ciudad, que pretendía aclarar si Dolezal mintió con respecto al grupo racial al que pertenece, al pedir empleo como mediadora independiente en la Policía de la ciudad de Spokane, Washington.

En el mismo programa televisivo al que ella asistió tras el escándalo, se le mostró una fotografía de su juventud que desató la discusión sobre su verdadero origen racial. Entonces, Rachel se refirió a la imagen en tercera persona: “ identificable como blanca por quienes la ven”, dijo de lo que veía y agregó que en aquella época no salía mucho al sol.

La delgada línea

Dolezal tiene la piel color caramelo y el cabello crespo. Sus padres –que la criaron en Troy, Montana– dicen abiertamente, que su apariencia actual es parte de un montaje y una mentira de la que ella no da el brazo a torcer.

Según la versión de los padres, Dolezal empezó a “disfrazarse de otra raza” hace poco más de una década, cuando la familia adoptó a cuatro niños afrodescendientes.

Desde otra trinchera, la organización de la que ella formó parte hasta hace poco había emitido un comunicado que decía: “La identidad racial de una persona no es un criterio estándar calificativo o descalificativo de la directiva de la NAACP”.

No todos su miembros estuvieron de acuerdo con esa manifestación, lo que llevó a Dolezal a dejar su cargo. “La nación se está burlando de nosotros”, expresaba Justin Pimsanguam, un miembro de la organización que pedía la salida de Dolezal.

Tras las presiones, al renunciar, Rachel ignoró las acusaciones de que había laborado como defensora de los derechos de la población negra desde la falsedad, y se comprometió a mantener su lucha por “empoderar a las voces marginadas”.

El caso de la activista ha generado una tormenta en torno al tema racial desde una perspectiva quizá nunca antes vista que ha motivado el uso de un término poco usual: “transracialidad”.

En el caso de Dolezal, la socióloga Camille Zubrinsky Charles, de la Universidad de Pennsylvania, en una entrevista a AP, explicó que, seguramente, la activista vio su blancura como una barrera para hacer el trabajo de defensa en el mundo de la justicia social, pero muchos otros dudan en qué ganaba Rachel al decir que era afroestadounidense cuando no lo era.

Si bien, el uso de la clasificación “transracialidad” parece ser un invento de las últimas semanas, esta misma categorización ha sido utilizada para referirse a hijos adoptados de diferente raza a la de sus padres adoptivos.

Una coalición de hijos adoptados estadounidense incluso brincó con una carta abierta por la mala interpretación y uso del término “transracial”, y pidió que dejara de tratarse a Rachel Dolezal como tal.

Dolezal y otros han perpetuado la falsa noción de que una persona simplemente puede identificarse con una raza o etnia distinta”, dice el documento.

La protagonista de esta historia dice que su caso ha sido tratado de forma brutalmente inhumana y elude la crítica así: “no sé por qué están tan preocupados por desacreditar quién soy y la manera en que me identifico”.