Manuel Rosales: Figura clave de la oposición en las elecciones venezolanas

La estrategia pragmática y negociadora de Manuel Rosales lo convierte en una figura destacada en la lucha contra el gobierno de Nicolás Maduro en las urnas en julio

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Caracas. No fue la primera opción ni tampoco la segunda, pero al final, el veterano y astuto Manuel Rosales, más pragmático y negociador que otros dirigentes opositores vetados por el gobierno, será el principal rival del presidente Nicolás Maduro en las elecciones del 28 de julio en Venezuela.

La postulación del gobernador del estado petrolero de Zulia (oeste, fronterizo con Colombia) ocurrió en el último minuto, de forma dramática, después de que la principal alianza opositora denunciara que se le impidió inscribir a su aspirante, al ser bloqueada en la plataforma web para la inscripción de candidatos.

Rosales fue candidato presidencial en 2006, cuando enfrentó al fallecido expresidente Hugo Chávez, quien lo derrotó con millones de votos de ventaja. Su partido, Un Nuevo Tiempo (UNT), logró inscribirlo, mientras que la Plataforma Unitaria, que tiene su propia boleta electoral, no pudo registrar la candidatura de Corina Yoris, el plan B de la oposición.

Yoris fue nominada por María Corina Machado, favorita en las encuestas y la primera opción opositora, pero inhabilitada para ejercer cargos públicos por 15 años.

Ni la Plataforma Unitaria ni Machado expresaron, por el momento, apoyo a la candidatura de Rosales.

El beneplácito de Machado es crucial, tras arrasar con más del 90% de los votos en la primaria opositora de octubre pasado, muy por encima de sus rivales. Rosales, un experimentado y astuto político de 71 años, no participó en esa consulta.

Es un candidato “más potable” para el gobierno, que se juega su continuidad tras un cuarto de siglo en el poder, según analistas.

Pero a la vez es una figura divisoria en la oposición, sobre todo en los últimos meses, por contactos mantenidos con Maduro desde que reasumió la gobernación.

De hecho, Machado siempre marcó distancia hasta una primera reunión la semana pasada para trazar la unidad.

En esa cita, la UNT se mantuvo firme al lado de la opción labrada por la líder opositora, hasta que la autoridad electoral solo permitió lanzar al gobernador. “Ha demostrado ser un hombre muy pragmático, que sabe adecuarse a las circunstancias y que nunca está negado a negociar”, explicó a esta agencia la analista política María Alexandra Semprún.

De la gobernación al exilio

Rosales se enfrentó al fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013) en las presidenciales de diciembre de 2006. Obtuvo 4,2 millones de votos, tres millones menos que el gobernante socialista, quien surfeaba una ola gigante de popularidad.

Hoy, al igual que entonces, espera aglutinar en torno a su candidatura a la mayor parte de la atomizada oposición, aunque esta vez el pegamento es Machado, líder indiscutible del antichavismo, pero obligada a enfrentar a Maduro en un costado, levantando la mano a otro.

El nombre de Rosales es una institución en el Zulia, feudo petrolero y el estado más poblado del país.

El fallecido Chávez irónicamente se refería a él como “el filósofo de Zulia”, aludiendo a deslices de Rosales en sus discursos.

Regresó a la gobernación en las elecciones de 2021, cuando la oposición puso fin a una estrategia de boicot electoral de dos años. Se impuso al oficialista Omar Prieto, quien aspiraba a la reelección.

Rosales fue sido gobernador entre 2000 y 2008 y alcalde de la capital del estado, Maracaibo, la segunda ciudad del país, entre 1996 y 2000 y luego desde 2008 hasta 2009, cuando partió al exilio, acusado de enriquecimiento ilícito.

La acción judicial siguió a amenazas de Chávez de encarcelarlo y poner fin a su carrera política, aduciendo que el opositor conspiraba en su contra.

Su liderazgo fue ocupado por otros actores, que también fueron desplazados con años de fracasos políticos y ahora tomó Machado.

Tras seis años en el exilio en Perú, y alejado de la confrontación con el chavismo, fue detenido al regresar a Venezuela en octubre de 2015. Dos años después cesó una inhabilitación política en su contra por corrupción, que le permitió volver a las urnas.