Lula y Bolsonaro se enfrentan el domingo tras intensa campaña electoral

Ataques en las redes y la televisión, plagados de desinformación, acapararon el debate público

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Río de Janeiro. Tras una agresiva campaña, Brasil llegará el domingo 30 de octubre a la segunda vuelta de la elección presidencial entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, ambos líderes con fuerte rechazo popular.

El exmandatario de la izquierda, de 77 años, que se impuso en la primera vuelta por 48% contra 43%, mantiene una modesta ventaja en los sondeos, con 53% de los votos válidos contra 47% del presidente, de acuerdo con una encuesta del Instituto Datafolha del jueves.

“Lula llega como favorito, pero por poco”, resumió a la AFP el politólogo Felipe Nunes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.

“Es una elección histórica. Difícilmente veremos en los próximos años una disputa con ese nivel de enfrentamiento, de polarización, entre dos líderes de masas que ya gobernaron el país y que llegan muy competitivos”, aseguró Nunes. Ambos se enfrentarán cara a cara este viernes en el último debate televisivo.

Lula, un exobrero metalúrgico, fue presidente dos veces entre el 2003 y el 2010 y estuvo preso en el marco de la megacausa anticorrupción Lava Jato. Pero resucitó políticamente tras la anulación de sus condenas por irregularidades procesales.

Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 67 años, intenta la reelección tras un mandato turbulento, marcado por los 688.000 muertos que dejó la pandemia, niveles alarmantes de deforestación amazónica y tensiones institucionales. En la primera vuelta, el mandatario sorprendió al obtener un desempeño mejor al previsto por las encuestas.

Campaña sucia y ‘guerra de rechazos’

Analistas ya esperaban una campaña de alto voltaje rumbo a la segunda vuelta. Pero los ataques en las redes y la televisión, plagados de desinformación, acapararon el debate público.

El lado bolsonarista acusó a Lula de querer cerrar iglesias, promover la “ideología de género” en las escuelas y hacer un pacto con el “diablo”. La campaña lulista contraatacó asociando a Bolsonaro a la pedofilia y al canibalismo.

“Las autoridades deben tomar todas las medidas disponibles para combatir la desinformación, proteger la libertad de expresión y garantizar que todos los ciudadanos puedan votar”, dijo en Ginebra, Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Es una elección polarizada en que la guerra de los índices de rechazo será definitoria para determinar el vencedor”, manifestó Nunes. Asimismo, la consultora Quaest, que Nunes dirige, detectó en sus encuestas que “la mitad de los electores que votan a Lula lo hacen para sacar a Bolsonaro. Y la mitad de los que votan a Bolsonaro lo hacen para que Lula no vuelva”.

A quienes eligen a Lula por convicción los mueve sobre todo el recuerdo de tiempos mejores, cuando el izquierdista dejó el poder con una popularidad de casi 90%, tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza.

“Apoyábamos a Lula entonces y lo apoyamos ahora”, expresó Ana Gabriele dos Santos, una granjera de 25 años que creció escuchando lo mucho que sus programas sociales ayudaron a la región semiárida de la región noreste, bastión del lulismo.

La popularidad de Bolsonaro menguó tras su respuesta negacionista a la pandemia, pero tras negarse a paralizar los motores del país recuperó terreno con una leve mejora de la economía, un aumento en agosto de las transferencias monetarias a los más pobres y su insistencia en la defensa de valores conservadores como “Dios, patria y familia”.

“Es como nosotros”, comentó el empresario Gilberto Klais, habitante de Nova Santa Rosa (sur), la segunda ciudad que más votó al presidente en el primer turno (82%).

¿Bolsonaro cuestionará los resultados?

La campaña también estuvo marcada por los constantes cuestionamientos de Bolsonaro —sin pruebas— al sistema electrónico de votación, actitud que despertó temores de que no acepte una eventual derrota y se produzcan disturbios como la invasión al Capitolio en Estados Unidos, tras la derrota de Donald Trump.

En las últimas semanas Bolsonaro parecía moderar su discurso, apuntando sus críticas hacia las encuestadoras. La semana pasada volvió a decir que aceptará los resultados, siempre y cuando las Fuerzas Armadas no detecten nada “anormal”. Pese a las tensiones, muchos analistas descartan una ruptura institucional.

“Bolsonaro no tendrá apoyo de las Fuerzas Armadas, de las élites económicas, apenas de sus seguidores más radicales. Y eso no es suficiente para un golpe”, afirmó Rogério Dultra dos Santos, profesor de la Universidad Federal Fluminense.

En todo caso, el vencedor deberá adoptar un discurso de unión, defendió Nunes. “Brasil seguirá dividido después de la elección, porque no se tratará ya de una disputa entre dos nombres, sino entre dos visiones de mundo muy diferentes”.

Amazonía: una preocupación ausente en las elecciones

Fuera de Brasil, la situación de la selva tropical más grande del mundo, considerada un factor clave para frenar el cambio climático, es vista como un asunto crucial de la elección presidencial.

Sin embargo, los incendios y la deforestación están casi ausentes de la polarizada campaña entre Bolsonaro y Lula da Silva, y muchos votantes tienen otras preocupaciones más allá de lo que pasa en esa vasta región de Brasil, a miles de kilómetros de distancia.

“No sé, hermano, es tan lejos... pero obviamente es importante y vale la pena cuidarla”, dijo Felipe Guimaraes, instructor de surf de 27 años. Hay “muchos problemas más visibles” que la selva tropical, añadió. Muchos votantes brasileños citan la economía, la inseguridad, la educación y la corrupción entre sus principales preocupaciones.

“El país tiene una desigualdad social muy grande y nos estamos recuperando de una pandemia. Hoy, hay brasileños preocupados con sobrevivir, tener un trabajo, comida en su mesa, acceso a un médico”, expresó a la AFP Daniel Costa Matos, un analista informático de 38 años, en la capital Brasilia.

Aunque piensa que la Amazonía “es de extrema importancia”, su mayor preocupación es la corrupción. “La crisis climática, la tala en la Amazonía, todavía están lejos de la realidad de muchos brasileños”, dijo la activista ambiental Giovanna Nader, que usa su podcast y su perfil en Instagram para alertar sobre la emergencia. “Hace falta educar, educar, educar”, defendió. “A veces nos sentimos solos”, añadió.

Para los pueblos indígenas de Brasil, la lucha a veces puede ser solitaria, incluso después de cuatro años denunciando las políticas del presidente Bolsonaro como “violentas” y perjudiciales para el medioambiente.

La mayoría de los brasileños nunca visitó la Amazonía. Manaos, capital del estado de Amazonas, está a 2.800 kilómetros de Río de Janeiro. Es casi la misma distancia entre Río y Santiago de Chile.

“Lo que nos preocupa mucho es que la visión de los brasileños sobre preservación ambiental (...) es muy superficial”, aseveró Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB). “Estamos luchando contra una fuerza muy poderosa, las grandes corporaciones que explotan nuestros territorios, y que la población brasileña no se involucra”, agregó.