Washington. AFP y EFE. Una mujer que trabaja en el sector de la salud en Texas –y quien trató a una víctima de ébola– se contagió del virus tras producirse una falla en el protocolo de seguridad. Es el primer caso autóctono en Estados Unidos.
Las alarmas empezaron a sonar muy temprano el domingo cuando se conoció que la afectada, quien se presume es enfermera, había dado positivo por ébola en una primera prueba realizada por el Servicio de Salud de Texas.
Un segundo examen hecho por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) confirmó el contagio de la mujer, quien atendió y estuvo en contacto “prolongado” en el hospital presbiteriano de Dallas con Thomas Eric Duncan , la primera persona a quien se le diagnosticó ébola en EE.UU., fallecida el miércoles.
Duncan llegó a Estados Unidos el 20 de setiembre, desde su natal Liberia, y a los pocos días se le manifestaron los primeros síntomas.
El contagio de esa mujer en Estados Unidos es el segundo que se registra fuera de África. En ambos casos, las afectadas son miembros del personal sanitario.
El primero se produjo en España . La técnica sanitaria Teresa Romero se infectó luego de atender a un misionero español repatriado desde Sierra Leona tras contraer la fiebre hemorrágica, cuya tasa de mortalidad es superior al 60%.
¿Qué pasó? Los CDC abrieron una investigación para determinar qué pudo fallar en los protocolos de seguridad del Hospital de Dallas.
“No sabemos que ocurrió en el cuidado del paciente (Duncan), pero en algún punto hubo una brecha en el protocolo y esta brecha resultó en la infección”, declaró el jefe de los CDC, Tom Frieden.
Según funcionarios sanitarios, la enferma –que pidió permanecer en el anonimato– dijo desconocer si había irrespetado el protocolo.
“Sabíamos que un segundo caso podría ser una realidad, y hemos estado preparándonos para ello”, expresó el doctor David Lakey, comisionado del Departamento de los Servicios de Salud de Texas.
La persona afectada se encuentra en el hospital, fue aislada y se mantiene estable.
El hecho ocurrió un día después de que el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York fue el primero en comenzar a aplicar controles más estrictos a gente procedente de Liberia, Sierra Leona y Guinea, los países más afectados por la epidemia, que ha cobrado más de 4.000 vidas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).