Extrema derecha de Alemania podría quedar bajo el ojo vigilante de la Policía

Alternativa para Alemania (AfD) se estanca en las preferencias electorales y podría ser clasificada como una organización sospechosa

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Berlín. Los nubarrones negros se acumulan sobre la extrema derecha alemana, que se enfrenta a malos sondeos a ocho meses de las elecciones y podría además ser colocada oficialmente bajo vigilancia policial.

La Oficina de Protección de la Constitución, el servicio de inteligencia interior alemán, anunciará próximamente si lanza este procedimiento contra la agrupación Alternativa para Alemania (AfD).

Ello sumiría a AfD en una especie de infamia política, pues dicho procedimiento está en principio reservado a grupúsculos ultrarradicales considerados peligrosos.

La decisión es -por tanto- muy sensible, a ocho meses de las elecciones generales. AfD, creada en el 2013, ingresó con fuerza en el 2017 en el Parlamento federal, donde es la primera fuerza de oposición a los conservadores y socialdemócratas en el poder.

El gobierno de Ángela Merkel estudia de muy cerca un informe de 1.000 páginas de los servicios de inteligencia para garantizar que el procedimiento es intachable desde el punto de vista jurídico

El partido de extrema derecha esbozó un contraataque antes incluso del anuncio de la decisión, al interponer querellas contra los servicios policiales.

Sospecha y vigilancia

Tras meses de investigación, los servicios de inteligencia podrían designar a la AfD como “caso sospechoso” o pasar directamente a la fase siguiente, como “caso de vigilancia”.

Ello permitiría a estos servicios vigilar las comunicaciones del partido, poner bajo escucha a sus dirigentes o recurrir a agentes infiltrados o a informadores.

El partido ya ha advertido de bque cuestionaría ante la Justicia cualquier decisión en este sentido.

Los dirigentes menos radicales de AfD intentan organizar un contraataque mostrando una imagen más moderada.

Así, el partido publicó recientemente una “declaración” dirigida “a todas las personas que poseen la nacionalidad alemana”, independientemente de su “origen étnico y cultural (...)”, un verdadera cambio para un partido hasta ahora obnubilado con las raíces germánicas.

La Policía ya había puesto bajo vigilancia en marzo del 2020 a la corriente más radical de AfD, llamada “El Ala”, así como a una federación regional, la de Brandeburgo, en manos de este sector.

Las autoridades acusan a sus simpatizantes de tener un discurso que ha contribuido a la emergencia del terrorismo de extrema derecha, considerado desde hace algunos años la amenaza número uno en el país.

Pese a las promesas de deshacerse de sus militantes más radicales, AfD tendría aún entre sus militantes a unos 35.000 miembros afines a grupos neonazis.

“AfD puede ser declarado partido sospechoso ya que está dominado por el ala radical del partido, cuya influencia ha aumentado en los últimos meses”, consideró Hajo Funke, profesor de Ciencias políticas en la Universidad Libre de Berlín.

Creada hace ocho años con una ideología euroescéptica, esta formación construyó su éxito alentando los temores de la población frente a la acogida de cientos de miles de refugiados a partir del 2015.

Pero el partido está ahora estancado en un 10% en los sondeos, lejos detrás de la derecha conservadora, los Verdes y los socialdemócratas.

La AfD no ha logrado capitalizar las dificultades económicas y sociales derivadas de la pandemia de covid-19, ni el movimiento antimascarillas, muy extendido en Alemania y que atrae a varios simpatizantes de extrema derecha.

Inmerso en interminables luchas internas, el partido se ha “contentado con decir lo contrario de lo que proponía el gobierno y no ha definido una línea clara” destaca Funke. Sus feudos en la antigua Alemania Oriental se han convertido incluso en focos de infección, por falta de respeto a las restricciones.