El peronismo, esa incógnita política argentina

Actualmente, el peronismo enfrenta una crisis económica en Argentina, con una tasa de pobreza del 40%

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Buenos Aires. Los rostros de Eva Perón miran sobre Buenos Aires desde las fachadas de un edificio céntrico, uno amable hacia el sur y otro crispado hacia el norte, y reflejan la compleja historia del peronismo, un movimiento político que ejerció un dominio constante en la política argentina y que en la actualidad lucha por evitar un inminente revés electoral.

El peronismo, un fenómeno a menudo difícil de comprender para quienes no son argentinos y de complicada explicación incluso para los recién llegados a este país, tiene un momento de nacimiento bien definido: el 17 de octubre de 1945.

En ese día, los obreros marcharon desde los suburbios del sur de la capital argentina y llevaron a la presidencia al coronel Juan Domingo Perón, quien promovió reformas sociales y laborales durante su mandato de una década (1946-1955).

Más de medio siglo después, Nicolás Yugman, un joven de 27 años recién graduado en psicología, describe el peronismo como “una contradicción”. Afirmó que “Perón, en sus diferentes gobiernos, tuvo ideas distintas y contrapuestas. Desde la creación del peronismo hasta hoy, bajo su bandera se han expresado ideas opuestas a su propia doctrina”, según declaró a esta agencia.

“¿Cómo surgió?” se pregunta. El historiador Alejandro Horowicz, autor de “Los cuatro peronismos”, proporciona una respuesta clara: “Perón no inventó el peronismo, el peronismo inventó a Perón”.

Este movimiento surgió como una fuerza que organizó a la clase obrera y mejoró sus condiciones económicas en un país que estaba en pleno proceso de industrialización.

Perón, quien fue testigo del fascismo italiano en 1930, promovió una visión de “comunidad organizada” que se oponía a la democracia liberal. Su modelo económico, caracterizado como “nacional y popular”, se centró en la redistribución de la riqueza, la promoción del voto femenino y el respaldo constante en las elecciones.

El primer ideario del Partido Justicialista se resumía en “soberanía política, independencia económica y justicia social” y estaba estructurado en torno a tres pilares: el Estado, los sindicatos y los empresarios, bajo el liderazgo único de Perón.

Sin embargo, las clases medias y altas conservadoras se opusieron al autoritarismo que caracterizó el gobierno de Perón. En un clima político lleno de tensiones y odios, la oposición se alió con los militares para derrocar a Perón con violencia en 1955, orquestando el golpe desde residencias del norte de la ciudad.

Argentina continuaría polarizada durante décadas posteriores, mientras el propio peronismo, proscripto de las urnas, cambiaría y adoptaría ideas a menudo contradictorias.

Exiliado en la España de Francisco Franco, Perón llamó a la “resistencia” de los sindicatos y a la “liberación nacional” de jóvenes inspirados en la revolución cubana. Su regreso en 1973 marcó el “tercer peronismo” y su posterior fallecimiento lo dejó atrapado entre la violencia de dos corrientes extremas: la guerrilla Montoneros, que abogaba por el “socialismo nacional”, y la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina (Triple A).

El peronismo, siempre asociado a un liderazgo fuerte, experimentaría un “cuarto peronismo” en los años 90 con la presidencia de Carlos Menem, quien adoptó una postura a favor del liberalismo económico y promovió la “unión nacional”.

El experimento neoliberal, caracterizado por privatizaciones y la fijación del tipo de cambio, culminó en una grave crisis en 2001. Fue entonces cuando los peronistas “K”, Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina Kirchner (2007-2015), llegaron al poder para afirmar que el peronismo tenía una característica constante: asegurar la gobernabilidad.

Con los Kirchner, se restauró el papel activo del Estado, aunque no lograron establecer un “quinto peronismo”. Según Horowicz, intentaron contrastar un “capitalismo bueno” con un “capitalismo malo”. Felipe Pigna, historiador, señaló que su gobierno fue un “intento de gobierno progresista con raíces izquierdistas” que sacó al país de la crisis.

Sin embargo, cometieron un grave error en 2008 al intentar aumentar los impuestos al sector agrario, lo que los enfrentó con los productores agrarios, quienes eran un motor clave de la recuperación económica, un escenario que evocó la presidencia de Perón en la década de 1950 y que los llevó a unir a casi toda la oposición en su contra.

¿Tiene futuro el peronismo?

La percepción varía. Lucía Cardillo, una estudiante de secundaria de 15 años, opina que el peronismo “ya no existe” y que se ha convertido más en “kirchnerismo”. Sin embargo, actualmente, con Alberto Fernández como presidente y Cristina Kirchner como vicepresidenta, el peronismo enfrenta una grave crisis económica con una tasa de pobreza del 40%, lo que afecta a su base electoral.

Horowicz sostiene que el peronismo se volvió incapaz de adaptarse, llamándolo “la larga agonía del cuarto peronismo”. A pesar de las dificultades actuales, muchos creen que el peronismo no desaparecerá por completo.

Cristina Kirchner, la última líder fuerte del peronismo, se retiró de la escena política después de enfrentar acusaciones de corrupción y un intento de asesinato en 2022.

En un último intento, el peronismo encontró a Sergio Massa, ministro de Economía, como su líder temporal, pero las encuestas sugieren que apenas alcanzará el 30% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Axel Kicillof, otro dirigente peronista y gobernador, reconoció que será necesario componer una nueva canción, ya que la gente no está escuchando. Sin embargo, a pesar de las adversidades, pocos imaginan que la influencia del peronismo desaparecerá por completo. Felipe Pigna enfatiza que no cree que el peronismo desaparezca.