Cuatro claves en 100 días del gobierno de Javier Milei en Argentina

El ajuste económico de Javier Milei generó tensiones sociales en Argentina, con protestas y críticas por los despidos, aumentos de precios y recortes en áreas como la educación y la salud

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Buenos Aires. Javier Milei, quien convoca a sus seguidores a sumarse a las “Fuerzas del Cielo”, gobierna enérgicamente desde las redes sociales, implementando un ajuste draconiano que generó crispación en el clima político y social de Argentina.

Al asumir la presidencia el pasado 10 de diciembre, Milei declaró: “No hay plata”. Con esta afirmación, prometió combatir la inflación galopante, erradicar la “casta política” y reducir drásticamente el tamaño del Estado.

A cien días de iniciada su gestión, surge la interrogante: ¿cómo resulta su experimento “liberal libertario”?

Megadecreto y reveses en el Congreso

El eje del plan de Milei para desregular la economía argentina radica en un megadecreto que deroga o modifica más de 300 normativas, acompañado de una Ley Ómnibus que, en su versión original, contenía más de 600 artículos.

Sin embargo, durante estos tres meses, ambos proyectos enfrentaron contratiempos en el Congreso, donde el partido de Milei es minoritario: la Ley Ómnibus fue rechazada en febrero durante el debate en la Cámara de Diputados, y el megadecreto sufrió una similar suerte el pasado jueves en el Senado.

Estas derrotas evidencian la dificultad del presidente para transmitir la urgencia de sus reformas, justificada según él en la herencia recibida del gobierno anterior. Según Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, “Milei querría impulsar su proyecto político y económico a 100 km por hora, pero la velocidad de crucero del gobierno es bastante inferior”.

En la actualidad, el destino de su programa se encuentra en manos de los diputados, quienes deben revisar una versión diluida de la Ley Ómnibus y tomar la decisión final sobre el megadecreto, que permanece vigente a menos que sea también rechazado en la Cámara Baja.

Sin embargo, incluso si fuera aprobado, su constitucionalidad sigue en tela de juicio. Según el consultor político Carlos Fara, “en la Justicia ya buena parte” del megadecreto “está herido de muerte”.

Motosierra encendida

Poco después de asumir el cargo, Milei activó su “motosierra”: suspendió las obras públicas, no renovó los contratos estatales, redujo los ministerios a la mitad, liberó los precios y los contratos de alquileres, y devaluó el peso en más de un 50%, lo que provocó una inflación del 25,5% en diciembre, cifra que se redujo a un 13% en febrero.

Con la devaluación y un aumento de precios del 276% anual hasta febrero, el poder adquisitivo de los argentinos se vio fuertemente afectado, especialmente el de los jubilados. La meta del presidente economista, de alcanzar el déficit cero este año, es más ambiciosa que la requerida por el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual Argentina tiene un acuerdo crediticio por $44.000 millones.

Durante estos 100 días, Milei logró reponer las reservas brutas del Banco Central, alcanzando un superávit financiero en enero y febrero, algo que no ocurría desde principios de 2011.

“Hay un ordenamiento”, afirmó la economista independiente Marina Dal Poggetto en una reciente entrevista televisiva. “La estabilización está funcionando incluso mejor de lo que uno imaginaba originalmente, pero existen dudas sobre la gobernabilidad”.

Actualmente, Milei busca reunir fondos por $15.000 millones con el FMI y el sector privado para eliminar, a mediados de año, el control de cambios, el cual dio lugar a varios tipos de dólar. “La gente tiene claro que estamos atravesando un momento muy duro, pero comienza a vislumbrar una salida”, expresó el presidente en una entrevista con Radio La Red.

Tensión social

La otra cara de este “ordenamiento” es la creciente tensión social alimentada por despidos, alzas de precios y de tarifas de servicios públicos debido a la eliminación de subsidios. Los medicamentos, por ejemplo, aumentaron un 40% más que la inflación general, lo que resultó en una drástica disminución en sus ventas, llevando a muchos a abandonar tratamientos crónicos.

“Entre comer y comprar medicamentos, la gente elige comer”, afirmó Marcela López, una farmacéutica entrevistada por esta agencia en Buenos Aires.

En febrero, mientras se debatía la Ley Ómnibus, miles de personas protestaron frente al Congreso y fueron reprimidas por la policía.

Asimismo, se registraron manifestaciones cuando se suspendió el envío de alimentos a los aproximadamente 40.000 comedores comunitarios, en un momento en que la pobreza afecta a casi el 60% de la población. Según el gobierno, el objetivo es auditar el sistema y proporcionar asistencia directa.

Los ajustes también se reflejaron en recortes presupuestarios en universidades, en el apoyo estatal al cine y en la investigación en ciencia y tecnología.

A pesar de todo esto, el presidente mantiene su popularidad en torno al 50% según las encuestas de opinión, y acostumbró a los argentinos a su estilo excéntrico: gobierna desde las redes sociales y acusa a sus opositores de traición, citando el Libro de los Macabeos de la Biblia y refiriéndose a su equipo como “Las fuerzas del cielo”.

Estreno en Davos

Como parte del ajuste, Milei viaja en líneas comerciales con una comitiva reducida. Así, en enero llegó a Davos, su debut internacional, donde captó la atención de la élite económica mundial al advertir que “Occidente está en peligro” y criticar la justicia social y el “feminismo radical”.

A pesar de sus encuentros mediáticos con Donald Trump, a quien admira, y el papa Francisco, con quien se reconcilió, el ámbito internacional apenas fue una prioridad para Milei, salvo por suspender la adhesión de Argentina al bloque BRICS. La excepción notable es Israel, país al que el presidente viajó para mostrar su cercanía y su interés espiritual en el judaísmo.

Diego Giacomini, quien coescribió cuatro libros de economía con Milei, reveló en una entrevista radial que su ahora examigo “cree tener una misión divina” que “consiste en transformar Argentina y llevarla a la filosofía del Número Uno, que es Dios, el liberalismo; y sacarla de la filosofía de Satán, que es el socialismo”.