UE refina respuesta al ‘misil energético’ de Rusia

Líderes europeos comparten la ‘ambición común’ de definir y adoptar medidas que permitan reducir los precios de la energía

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Praga. Los líderes de la Unión Europea (UE) avanzaron este viernes en Praga en la definición de la demorada respuesta común a la crisis energética y el dramático aumento de las facturas al consumidor a raíz de la guerra en Ucrania.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, resumió el sentimiento generalizado al afirmar en el cierre de la cumbre que “Rusia disparó un misil energético contra el continente Europeo”.

Sin embargo, Michel añadió que las sensibles discusiones mantenidas en la capital checa fueron “una etapa” camino a la cumbre que los mismos líderes realizarán a fines de octubre en Bruselas.

De acuerdo con Michel, los líderes europeos comparten la “ambición común” de definir y adoptar medidas que permitan reducir los precios de la energía, pero reconoció que persisten las diferencias sobre los medios de lograrlo.

De la discusión a la acción

El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, saludó las discusiones en Praga pero indicó que “es claro que hay una mayoría amplia” para que los líderes pasen de la discusión a la adopción de medidas concretas.

El primer ministro checo, Petr Fiala, el anfitrión de la cumbre y cuyo país ocupa la presidencia rotativa del Consejo Europeo, se comprometió a impulsar de urgencia una reunión de nivel ministerial para hacer avanzar una solución.

Los líderes de los países de la UE volverán a reunirse el 20 y 21 de octubre en la capital belga, y se espera que para entonces la Comisión Europea presente un mapa más concreto de medidas a ser adoptadas en forma coordinada.

Las bases de las discusiones en Praga estaban delineadas en las propuestas de la Comisión Europea (brazo ejecutivo de la UE) para reducir las exorbitantes facturas de energía, pero tras la urgencia, en la que todos coinciden, también hay desacuerdos.

En una carta a los líderes del bloque, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, insistió en que “solamente una respuesta europea común puede reducir los costos de la energía para las familias y las empresas”. Una quincena de países pidieron públicamente la adopción de un precio tope a todo el gas natural importado a la UE, aunque un grupo encabezado por Alemania expresó su oposición a la iniciativa.

Un informe técnico de la Comisión aseguró que tal medida generaría más problemas que las posibles soluciones y sugirió que la adopción de ese tope se limite al gas ruso. Para la Comisión, esta alternativa permitiría reducir las facturas de la energía y al mismo tiempo privar a Rusia de recursos para financiar la invasión de Ucrania. La intención, sin embargo, aún está a una cierta distancia de un acuerdo que satisfaga a todos.

Evitar el caos

Además de sus divisiones internas, los europeos tienen que lidiar con las reticencias de sus proveedores. La OPEP+, la alianza de los 13 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderados por Arabia Saudita, y sus 10 socios, encabezados por Rusia, decidió esta semana recortar drásticamente su producción para sostener los precios.

En ese escenario, el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, deploró hace una semana los precios “astronómicos” que exigen países como Noruega y Estados Unidos para su gas.

La UE decidió cesar sus compras de petróleo ruso por mar a partir del 5 de diciembre, y lo tendrá difícil para que terceros países acepten el tope sobre los precios del petróleo ruso decidido con el G7. La prioridad por tanto es evitar un sentimiento de “sálvese quien pueda” que termine por agudizar la crisis con medidas que dejen de lado la cooperación.

Hace una semana, Alemania hizo encenderse las luces de alarma ante esa posibilidad, al anunciar de forma unilateral un enorme plan de 200.000 millones de euros para proteger su economía de la crisis energética, una iniciativa que generó visible irritación en otras capitales europeas.