La vida entre el miedo a las maras y a la Policía

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Julio López habla pero pide que no le tome fotos. Lava una camioneta a 200 metros del Estadio Nacional de Tegucigalpa; dice que tiene miedo.

Es casi el mediodía. Un murmullo de gente llega a nosotros. Es la ciudad que respira gente y que, como Julio, tiene miedo.

“¿Pero y la Policía y el Ejército?”, Julio me mira como si la pregunta fuera una broma. Luego vuelve a esa amable timidez que caracteriza a los catrachos.

“Nada. Ayer se estaban agarrando entre ellos mismos, entre las maras, pero con unos policías que son ‘vigiles’ (ayudantes) de ellos, que andan metidos en eso también, los calmaron”.

“¿Por qué, los policías andan metidos en eso?”, le pregunto.

“Sí, es que hay unos policías que se llevan santeándoles a ellos. Andan metidos en eso también”, agrega Julio mientras escurre el trapo.

Mi pregunta era obvia. Caí en la cuenta unos días después mientras leía el título del comunicado de la oficina del Comisionado de los Derechos Humanos: “Índice de criminalidad ha disminuido porque policías tratan de cometer menos delitos ”.

En el comunicado, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Ramón Custodio, recalcó que la baja se debe a que “algunos miembros de la Policía son más cuidadosos en su accionar y están tratando de cometer menos delitos”.

Esta impunidad y corrupción es reconocida por el propio gobierno del presidente Porfirio Lobo, quien llegó al poder en las elecciones del 2009, luego del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en el 2008.

Lobo impulsa desde el año pasado la operación “Relámpago”, una serie de intervenciones a la Policía y que pretende atacar la corrupción.

Esta acción es una respuesta estatal a la demanda civil que exige una respuesta pronta. Dicho clamor lo encarna la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Julieta Castellanos.

Ella encabeza una lucha contra la corrupción policial, lo que le costó una cara represalia: en octubre del 2011 su hijo fue asesinado en las afueras de Tegucigalpa.

El joven fue sepultado el 23 de octubre pasado sin que se lograra dar con los culpables. Las investigaciones solo tenían sospechosos. En total eran ocho. Todos policías.