Iraníes recurren al consumo de pan al no poder comprar carne y arroz por el alto costo

El pan, que ha escapado a la inflación, se ha convertido en el alimento más popular. Su precio se mantiene estable, después del compromiso del gobierno a que el alza de los precios no afectara a este producto, ni el carburante ni las medicinas

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Teherán. En su carnicería del barrio popular de Molavi, en Teherán, Alí corta con habilidad una pieza entera de cordero ante un grupo de curiosos cuyo único tema de conversación es la inflación galopante.

El carnicero, con el pelo canoso, se pone serio cuando habla del alza vertiginosa de los precios, que hace que cada vez tenga menos clientes.

“¿Qué le puedo decir? Mis ventas cayeron casi a la mitad. Soy carnicero y hay semanas que no como carne. Los precios no dejan de subir”, admite .

En el mostrador, Alí da a Asghar, un funcionario jubilado de 63 años, un bolsa con pedazos de carne para él y su mujer.

“Solíamos comprar mucho más, pero eso se acabó. Todo el mundo reduce su consumo, estamos todos bajo presión”, cuenta.

Según datos que circulan en la prensa, los precios de la carne roja aumentaron 50%, los del pollo y la leche de duplicaron y los del aceite para cocinar se multiplicaron por cuatro.

Los iraníes, cuya gastronomía tiene en buen lugar los platos de carne con arroz y especias, se decantan ahora por el pan y el pollo.

El pan, que ha escapado a la inflación, se ha convertido en el alimento más popular. Su precio se mantiene estable, después del compromiso del gobierno a que el alza de los precios no afectara a este producto, ni el carburante ni las medicinas.

Aumento del consumo de pan

En su panadería tradicional en el sur de Teherán, Mojtaba, de 29 años, asegura que sus ventas aumentaron desde que el presidente Ibrahim Raisi, en el poder desde agosto, hizo esta promesa.

“Preparamos más cantidades porque la gente recurre al pan, al no poder comprar arroz, aceite o pasta. Ahora, algunos comen únicamente pan”, explica, mientras amasa la pasta para una nueva hornada.

“Las filas de espera en las panaderías han aumentado”, constata Shadi, una ama de casa con un chador negro.

Irán atraviesa una grave crisis económica debido, en gran parte, a las sanciones impuestas por el expresidente estadounidense Donald Trump cuando se retiró unilateralmente del acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní en 2018.

La crisis conllevó una depreciación de la moneda, una inflación que supera el 40% por año desde 2018, según los expertos.

El rial tocó fondo esta semana después de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) adoptara una resolución contra Teherán y alejara las perspectivas para lograr reactivar el acuerdo y suspender las sanciones.

Para el analista económico Said Laylaz, “en estos últimos cuatro años, el país se ve confrontado a la inflación más severa desde la Segunda Guerra Mundial”.

El aumento de precios se aceleró tras el anuncio a mediados de mayo del presidente Raisi sobre el cambio en el sistema de subvenciones, que tuvo como consecuencia la disparada de los precios de productos de base como la harina, la carne, los huevos y el aceite.

Estas últimas semanas, cientos de iraníes protestaron en varias ciudades. Estas movilizaciones se suman a otras que se iniciaron hace meses en otros sectores para reclamar mejores salarios y un aumento de las jubilaciones.

Dimisión ministerial

El martes, el ministro del Trabajo Hodjatolá Abdolmaleki dimitió, asegurando que quería ver “mejorar los servicios ofrecidos a la población”. Pero para el diario reformista Etemad, su dimisión fue debida a las duras críticas por parte de los jubilados.

Para Laylaz, hay dos razones que explican el alza de los precios: el “fuerte aumento de las tendencias inflacionistas en el mundo” a raíz del conflicto en Ucrania, y “el inicio de las enormes reformas económicas (...) en Irán que conllevarán inevitablemente una inflación adicional”.

Para este experto, exconsejero económico de varios presidentes iraníes, mucha gente está exasperada con la supresión de la tasa de cambio subvencionada, en vigor desde 2018, que permitía la importación, a una tasa favorable, de productos de base como el trigo, el aceite y el material médico.