Tico atrapado por invasión en Ucrania vivió larga travesía para regresar al país: ‘Lo importante eran nuestras vidas’

Samuel Vindas y su esposa, de nacionalidad ucraniana, lograron sortear los peligros del trayecto de 14 horas desde Kiev hasta la frontera con Rumanía. Finalmente lograron llegar a Costa Rica el viernes por la noche

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

---

Eran las 10:40 p. m. del viernes. Samuel Vindas soltó carrera por la puerta de salida del aeropuerto Juan Santamaría y se abalanzó con los brazos más que abiertos sobre su madre. Ambos se fundieron en un abrazo tan fuerte que las venas de sus manos se saltaban.

De los ojos de doña Ana María Méndez brotaba la felicidad en lágrimas, “son ocho días de una angustia que no cesa hasta poderlo ver al frente mío”, mencionó la vecina de Pavas, San José, con un poco más de tranquilidad, mientras su hijo besaba la blanca cabeza de su padre. Eran 90 días de no verse, pero la última semana no tiene comparación, son de las pocas familias costarricenses que sufren de cerca el conflicto entre Rusia y Ucrania. Una guerra que tiene el mundo en vilo.

El pasado 24 de febrero, Vindas se preparaba para ir a su primer trabajo en Kiev, la capital de Ucrania, pero el anuncio del presidente de Rusia Vladímir Putin de una ‘operación militar’ en su país vecino cambió por completo los planes del joven de 26 años.

Samuel se convirtió el viernes en el primer tico en regresar a Costa Rica, luego de un largo periplo para lograr escapar de la invasión rusa en la república exsoviética. Vindas llegó al Santamaría junto con su esposa de nacionalidad ucraniana.

Sin embargo, el camino para salir de Kiev y pisar nuevamente el territorio nacional no fue para nada sencillo, según relató Samuel a La Nación. “Hubo muchos ataques en el edificio donde estábamos, entonces tuvimos que movernos. Hubo una persona muy especial allá en Ucrania, era nuestra vecina y no nos dejó solos”, afirmó.

Según contó, en la semana que iniciaron los ataques tenían pensado adquirir un vehículo. Vindas aseguró de que tenían planeado comprarlo el sábado, pero la ofensiva militar arrancó de forma inesperada durante la madrugada del jueves 24 de febrero.

Al no contar con un carro propio, las opciones para escapar eran pocas: por tren o conseguir un vehículo. Al final, la familia se inclinó por la segunda, gracias a la colaboración de una de sus vecinas, a quien le mandaron un automotor para huir de Kiev.

“Esa misma semana íbamos a comprar un carro, si lo teníamos el lunes nos hubiéramos ido. También estaba la opción del tren, pero ahí sí nos hubiera condicionado, porque se le daba prioridad de transporte a los adultos mayores, niños y mujeres”, comentó a La Nación.

“Al principio nos movimos seis kilómetros fuera de la ciudad (Kiev) en carro, pero eso significaba peligro porque estaban rodeando la ciudad, entonces había conflicto adentro por los bombardeos y afuera por el Ejército. La situación fue un tanto complicada y muy preocupante para nosotros”, añadió.

Samuel y su esposa lograron sortear los peligros del trayecto, como trincheras en la carretera o bloqueos en las vías, ya que “en algunas regiones no se podía pasar porque el peligro era inminente, habían bombas por todo lado”.

Uno de los momentos más impactantes que vivieron en el trayecto de 14 horas hacia la frontera con Rumanía sucedió mientras compraban alimentos en un supermercado. “Había poca comida, pero mucha gente, y sonó una sirena (alerta de bombardeo) y tuvimos que salir corriendo sin poder comprar nada”, afirmó el joven.

Una vez que llegaron a Rumanía, continuaron a la mañana siguiente en bus hacia la ciudad de Botoșani, para luego seguir el trayecto hacia Bucarest, la capital del país. Posteriormente, se trasladaron a Francia por vía aérea. De ahí tomaron un vuelo hacia Panamá, para finalmente llegar a suelo nacional.

Al llegar al aeropuerto, tras una larga y traumante experiencia, Vindas se fundió en un fuerte abrazo con su mamá y su papá, quienes lo recibieron entre lágrimas en compañía de otros familiares.

‘Lo más importante eran nuestras vidas’

Samuel se se mudó a Kiev, capital de Ucrania, hace tres meses, junto a su pareja y ahí se casó. Actualmente estaba en el proceso de establecerse en el país. De hecho, indicó de que ya habían comprado todo, incluido un apartamento y estaban por adquirir un vehículo para trasladarse en la ciudad, cuando, de repente, la invasión truncó esos deseos.

“El día que comenzó la guerra era el día en que iba a mi primer trabajo allá”, afirmó. “La intención era seguir allá, asentarnos, pero al final tuvimos que dejarlo, porque más allá de eso, lo importante eran nuestras vidas”, agregó.

Vindas describió la situación catastrófica del país europeo, así como las escenas que pudo vivir en carne propia durante la ofensiva militar de Rusia. “Los supermercados no tenían comida, no había agua y mucha gente estaba queriendo salir. Algunas ciudades se quedaron totalmente sin servicios, no hay luz, no hay agua ni comida”, explicó.

El nacional aseguró de que la gente se refugia en sótanos, de donde no pueden salir. Además, describió el caos en las estaciones del metro de Kiev, donde “hubo una concentración de gente de todos los alrededores de esas ciudades (cercanas a Kiev)”, que no contaban con lugares seguros para resguardarse de los bombardeos.

“Escenas increíbles para mí, como una señora con un bebé, refugiados en el metro o en la estación de tren con solamente una botella de agua y unos chips, sin saber si iban a poder salir, porque si lo hacían iba a ser muy peligroso”, contó el joven.

Dichosamente, el tico no se vio afectado por la ley marcial que impuso el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, que impide a los hombres de 18 a 60 años a salir del país, ya que no cuenta con nacionalidad ucraniana. “Por ser extranjero, si bien tenía mis papeles al día, no era ciudadano, porque en Ucrania usted tiene que renunciar a su ciudadanía y yo tendría que renunciar a ser tico, entonces estaba con residencia”, manifestó.

Sin embargo, comentó de que algunos familiares de su esposa y otros núcleos familiares con los que compartieron mientras estaban refugiados decidieron quedarse porque no querían separarse.

Al igual que Samuel, otros costarricenses que se encontraban en Ucrania cuando se iniciaron los ataques también han logrado salir del país en estos días, aunque, por el momento, permanecen en Europa. De acuerdo con la Cancillería, cuatro familias estaban en Ucrania cuando empezó la ofensiva militar. Del total de 15 personas, nueve son costarricenses (cinco hombres, una mujer y tres menores de edad). Las seis personas restantes son parientes suyos de nacionalidad ucraniana.

Uno de los costarricenses que aún no logra salir es Sebastián Fallas, de 33 años, quien quedó varado ante el temor de minas en caminos y vías férreas.