La religión juega un papel en la violencia del mundo musulmán. En la mayoría de casos se le atribuyen los crímenes e injusticias que cometen los creyentes, en otros, es claramente la excusa para la violencia.
“No creo que Boko Haram en Nigeria y Camerún sea un problema del islam. Yo lo vincularía al mal gobierno y a la terrible pobreza”, afirma el experto senegalés Ibrahima Seck.
Para Rina Cáceres, especialista en asuntos africanos, hay un uso político de la religión para desviar la atención de problemas de fondo, como la corrupción o la pobreza.
Paul Lovejoy, por su parte, apunta que todos los grupos radicales adhieren a estrictas interpretaciones del islam, incluyendo la separación de las mujeres de la sociedad.
“La disputa se da entre aquellos musulmanes que desean una sociedad más tolerante y flexible y los decepcionados con el estado del mundo que ven la solución de los problemas a través del restablecimiento de formas puritanas de cumplir la religión”, agrega.
Zeck cree que se han fortalecido debido al uso que se ha hecho históricamente de la religión para apoyar el imperialismo e instituciones brutales como la esclavitud. “Los poderes occidentales construyeron el rico suelo del que se nutren los radicales islámicos hoy”.
Puso como ejemplo el caso de Palestina. “Israel debe existir y el pueblo judío debe tener un hogar. Pero demasiada injusticia ha sido impuesta sobre los palestinos. Un buen inicio para la paz en esa región debería ser la liberación de todos los territorios ocupados”, expresó.
Dinero. Otro tema importante en esta crisis islámica es de dónde sale el dinero para la guerra.
Boko Haram se financió con el robo de bancos, recordó Cáceres. Se cree que tiene más de $2.000 millones en sus arcas.
Cáceres indica que hay mucho dinero en el mundo musulmán para comprar armas, ¿quién las vende?
Muchas de las armas con que cuentan son las mismas que han entregado los países occidentales, como ocurrió en Siria o Libia, donde EE. UU. armó a la oposición y luego algunos grupos optaron por la yihad.