Conflicto en Yemen reta la lucha antiterrorista de Estados Unidos

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Washington. AFP. Estados Unidos está obligado a redefinir su estrategia frente a al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) para evitar que este grupo extremista aproveche la caótica situación en Yemen y vuelva a los primeros planos.

En setiembre, el presidente Barack Obama presentó como modelo de estrategia antiterrorista la estrecha cooperación entre Washington y Saná para combatir a AQPA, la más peligrosa de las ramas de al-Qaeda.

Estados Unidos forma a las fuerzas de seguridad yemenitas y utiliza la información de los servicios de seguridad locales para atacar a los líderes de AQPA con sus drones, en 107 ocasiones desde el 2002, según datos de la fundación New America .

Pero el control de la capital, Saná, por milicias chiitas de los hutíes, la fuga hacia el sur del país del presidente Hadi y los combates que se desarrollan pusieron fin a esa cooperación.

Las últimas tropas estadounidenses en Yemen, un centenar de fuerzas especiales estacionadas en la base aérea de Al-Anad, en el sur, se retiraron el fin de semana.

“Ciertamente, la partida de nuestras fuerzas de Yemen hará que el combate contra al- Qaeda en Yemen sea más difícil”, dijo el martes el coronel Steven Warren, portavoz del Pentágono.

Sin embargo, Washington podrá seguir golpeando a AQPA pese a los hechos, aseveró.

Los estadounidenses disponen de infraestructuras físicas cerca de Yemen, como en Yibuti, desde donde pueden emprender ataques aéreos.

No obstante, expertos destacan que es más difícil realizar ataques contra un enemigo sin tener apoyos en el país.

El propio Pentágono explica regularmente que la ausencia de ojos y oídos en el terreno es una de las razones por las cuales es tan difícil marcar objetivos en Siria del Estado Islámico.

La situación en Yemen “es una derrota mayor” para Estados Unidos y Arabia Saudí, estimó Bruce Riedel, un exagente de la CIA, que hace tiempo enfrentó las amenazas extremistas en Medio Oriente.

“Estados Unidos no tiene otra opción que recurrir a lo que queda de las fuerzas del presidente Hadi” e intentar “obtener toda la ayuda posible de los vecinos de Arabia Saudí y del sultanato de Omán, que tienen vínculos con las tribus” yemenitas, precisó.

“Por otro lado, si hay en Yemen un grupo firmemente contrario a al-Qaeda, son los hutíes. Al-Qaeda atacó sus mezquitas, a sus partidarios”, señaló Riedel.

Según Jon B. Alterman, investigador en el CSIS, Washington en todo caso no debe “buscar la derrota” de las milicias chiítas hutíes, con el riesgo consiguiente de contribuir a consolidar un conflicto iniciado en Yemen que involucre a Irán y a los países del Golfo, con los saudíes a la cabeza.

“Las circunstancias demandan un acuerdo valiente que defina la influencia de todos dentro y fuera de Yemen, y establezca un grado de autonomía a las diferentes poblaciones del país”, destacó.

“Esto exige un acuerdo de los países del Golfo, Irán y los donantes exteriores”, agregó, al tiempo que advirtió de que un derrumbe de Yemen “desestabilizaría a todo el Golfo”.