París. El clima extremo que vive actualmente el planeta entra en la horquilla de proyecciones de los expertos, asegura el climatólogo francés Robert Vautard, director del Instituto Pierre-Simon Laplace y copresidente del Grupo de Trabajo 1 del IPCC, los expertos en climatología de Naciones Unidas (ONU).
Aún así, “quedan cabos sueltos”, añade este especialista en la atribución rápida de eventos meteorológicos y su posible relación con el cambio climático.
– ¿El calentamiento climático de los últimos 12 meses sigue los modelos de predicción climática o hemos entrado en territorio desconocido?
– Si hablamos de modelos climáticos, sí, estamos justo en el medio, no hay duda al respecto. Estamos dentro de la horquilla que nos proporcionan las proyecciones climáticas y que de hecho ya fue pronosticada hace bastante tiempo. El año 2023 no se sale de los márgenes. Sin embargo, surgieron preguntas sobre la magnitud del salto entre 2022 y 2023, por ejemplo. Pero si observamos bien, tuvimos saltos similares en la década de 1970, así que realmente eso no es nada nuevo.
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“En 2023, y esto continúa en 2024, todavía hay algunas cosas que explicar que no compredemos completamente. Cuando sucede un fenómeno como El Niño, se produce efectivamente una gran anomalía en el Pacífico que produce un aumento importante de temperaturas en todo el mundo. Y resulta que en 2023 también tenemos una anomalía en el Atlántico tropical que persiste y parece bastante tenaz. No se disipa por el momento. Hay otros interrogantes, ya sea sobre el hielo marino en la Antártida, un poco sobre el océano Índico también...”
– ¿Los científicos identificaron las causas de esas anomalías?
– Siempre tenemos en mente que puede existir una causa pero también puede no existir. Es decir, es como el clima: hay un comportamiento aleatorio de un año a otro o incluso de una década a otra. Hay fluctuaciones que se superponen al cambio climático.
“Y resulta que en 2023 tal vez tuvimos una conjunción de fluctuaciones naturales y cambio climático que apuntaron en su conjunto en la misma dirección.
“Quedan cosas importantes por entender pero hoy no podemos descartar que simplemente sea una manifestación de la variabilidad natural que desgraciadamente esté en fase con El Niño”.
– Los estudios de atribución, como recientemente para las lluvias en los Emiratos y en Omán, hacen un vínculo muy rápido entre eventos extremos y el cambio climático. ¿No es sorprendente esta rapidez?
– La atribución es un tema en el que hoy tenemos métodos para poder decir cosas. No partimos de cero. Cuando se publica un estudio sobre una gran ola de calor, por ejemplo, sabemos que tenemos muchos otros detrás, así que estamos seguros de lo que decimos, no hay dudas al respecto.
“ Sobre las lluvias extremas en líneas generales también, aunque es un poco más difícil. Y luego hay otros eventos que son más complicados. Si personalmente me aventuré a esto (no en nombre del IPCC sino para mis investigaciones personales), es para que tengamos precisamente métodos validados por la comunidad, que podamos aplicar de manera casi operativa. Esta posibilidad de dar información en tiempo real, cuando todos los reflectores están en las catástrofes, es una herramienta pedagógica.
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“Es científica y pedagógica al mismo tiempo, porque también aprendemos mucho. Es importante tanto para los ciudadanos como para los que toman decisiones, y también es muy importante para los científicos porque, con cada estudio aprendemos cosas sobre nuestros modelos, sobre nuestras observaciones, sobre los problemas que existen con los modelos y las observaciones. A veces no cuadran, no dan el mismo resultado y tratamos de entender por qué. La calidad de las observaciones a menudo es limitante, especialmente en algunos países. Así que aprendemos muchas cosas.”