Seamos una sociedad civil más involucrada

La idea es llegar a constituir una opinión pública robusta que encuentre caminos para manifestarse

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Estamos buscando un buen candidato a la presidencia. ¿Por qué, además, no nos preguntamos cómo ha de ser la sociedad civil, para que juntos, gobierno y población logremos lo que queremos? Estas elecciones producirán poco cambio. Hay unas fallas estructurales que hay que resolver. Los gobernantes no las han resuelto en años. La sociedad civil debe contribuir para que se resuelvan. Y exigirlo.

¿Podríamos ser una sociedad más proactiva, más responsable, más exigente y más constructiva? Primero, hemos de darnos cuenta de cuáles son los verdaderos y grandes problemas. Y enfocarnos en unos pocos. No pretendamos atacar síntomas. Ataquemos causas. Detectemos los paradigmas subdesarrollantes que limitan nuestra contribución. Por ejemplo el caudillismo (fulanito nos salvará), los rotundismos (las cosas son o blancas o negras), los partidismos (este partido sí sabe gobernar).

Apuntemos a lo esencial. La presa nos molesta, pero más debe molestarnos la inacción. Deberíamos preguntarnos si la inacción en un asunto, se debe a falta de recursos, falta de ideas o falta de sensibilidad por las necesidades de los habitantes. Esto último es esencial. Encontremos un mensaje corto, eficaz, el cual muestre lo esencial y gestionemos acuerdos en torno a él.

Aceptemos nuestra responsabilidad como población. La idea es llegar a constituir una opinión pública robusta que encuentre caminos para manifestarse. No una masa que de vez en cuando ruge o se lamenta.

Establezcamos reglas de juego para hablar de estos asuntos constructivamente, sin fanatismo, con objetividad. Abrámonos a los razonamientos de los demás. No se trata de ganar o perder la discusión. Se trata de formar un juicio útil para el país.

Formulemos un código elemental de buena ciudadanía. Difundámoslo.

Busquemos formas de contribuir. Desde explicar a otros cómo vemos los asuntos, hasta externar apoyo cuando algo nos parece que va en la dirección correcta. Mostremos nuestra posición mediante conversaciones privadas, pegatinas, símbolos, reuniones, desfiles.

No importa que ahora no seamos así. Lo importante es reconocer que sería bueno ser así y que tengamos la mirada y demos el primer paso hacia allá.

Se puede hacer menos con lo que somos que con lo que podríamos llegar a ser. Ese es el poder de los sueños.