Banco Central aumenta dosis de medicina amarga para evitar descontrol de la inflación

El fuerte incremento en la tasa de política monetaria afectará el crecimiento económico que genera empleo, pero a su vez busca bajar las presiones sobre la inflación y el tipo de cambio

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Como en casi todas las decisiones de política económica el Banco Central ha tenido que escoger y esta vez ha sido entre una economía creciente con alta inflación o una que crece menos pero con los aumentos sostenidos y generalizados de precios bajo control. Esto último, precisamente, es lo que persigue el aumento de 1,50 puntos porcentuales (a 4%) en la tasa de política monetaria, anunciado por el emisor, la noche del miércoles 27 de abril.

La decisión no es sencilla pues Costa Rica todavía afronta un alto desempleo (13,3% en el trimestre que terminó en febrero del 2022). Luego de la caída de 4,1% en la producción en el 2020, debido al golpe de la pandemia, se recuperó y llegó a crecer 7,6% en el 2021, con lo cual se recobraron parte de los empleos perdidos; en el 2022 se mantiene el impulso, el cual es bueno porque aumenta las oportunidades de trabajo.

Sin embargo, un fenómeno que se comenzó a sentir desde la segunda mitad del 2021, y que amenaza con desbordarse en Costa Rica y el mundo entero, fue el aceleramiento en la inflación debido, entre otros aspectos, al repunte en la demanda de bienes tras la pandemia, el incremento en los costos del transporte marítimo y, este año, a la invasión de Rusia a Ucrania.

De esta forma, los costarricenses están viendo aumentos en los precios que no se veían hace mucho tiempo (en marzo el índice de precios al consumidor subió 5,8%, el mayor incremento desde noviembre del 2014).

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La inflación golpea más a los hogares más pobres porque son los que tienen menos opciones para defenderse de ella, y si son los alimentos los que suben todavía los afecta más porque son las familias de menos recursos las que dedican una mayor porción de su gasto a ellos.

Pero además, la inflación influye en muchos otros indicadores: reduce los rendimientos reales, tiene impactos en los precios de productos regulados, en los impuestos a los combustibles, en los contratos de alquiler y en la definición de los salarios que influyen a su vez en los costos de las empresas.

En la medida en que las tasas reales bajan (los intereses alcanzan para comprar menos) los capitales se pueden trasladar a dólares e ir a buscar mejores rendimientos afuera y con ello generar también presiones sobre el tipo de cambio.

Pero además, como ha dejado en claro el Banco Central, existe el riesgo de que el comportamiento alcista de la inflación afecte en forma persistente las expectativas y genere así los llamados “efectos de segunda ronda”, que tornaría más duradero el aumento en la inflación.

La medicina amarga

Como el Banco Central no quiere que se le vaya de las manos la inflación, ha decidido aplicar una medicina amarga: subir su tasa de política monetaria, que es la herramienta que tiene para influir en el resto de tasas del mercado y encarecer así el consumo, con ello bajar la demanda por bienes y servicios y la presión sobre los precios.

“Para señalizar el compromiso firme del Banco Central con una inflación baja y estable en el mediano plazo, contener las expectativas inflacionarias, acercar más rápidamente la tasa de política monetaria hacia una posición neutral y contribuir a una más rápida convergencia de la inflación hacia el rango de tolerancia alrededor de la meta del Banco Central, la Junta Directiva determinó que en esta oportunidad era necesario hacer un ajuste más fuerte al alza, de 150 puntos base”, explicó la entidad en un comunicado enviado este jueves.

El rango de tolerancia que definió la autoridad para la inflación es entre 2% y 4%. Para mantenerse dentro de la meta, en solo cuatro meses el Banco Central ha aumentado cuatro veces su tasa de política monetaria, de esta manera la llevó de 0,75%, en diciembre, a 4% este 28 de abril. Este último aumento fue el más fuerte, de 1,50 puntos.

No se había visto un aumento de ese tamaño en los registros que vienen desde el 2006, llamó la atención Juan Robalino, economista que dirige el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica.

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Robalino explicó que, de acuerdo con un proyecto de investigación del IICE, estiman que este último aumento podría tener un efecto negativo sobre el crecimiento pronosticado para el 2022, de entre -1,5% y -1,75%. El crecimiento que proyectó el Banco Central, en enero pasado, para el 2022 fue de 3,9%. Este 29 de abril publicará nuevas proyecciones.

“Esto sería consecuencia de un aumento en las tasas activas (para préstamos) de alrededor de entre 2 y 2,5 puntos porcentuales. Se espera también que las tasas pasivas (para ahorros) a seis meses plazo aumenten entre 1 y 1,5 puntos porcentuales. Seguramente este aumento en la tasa de política también incrementará el margen de intermediación (la diferencia entre ambas tasas)” explicó Robalino.

No obstante, añadió el economista, esta medida ayuda a reducir las presiones inflacionarias y reduce el diferencial de tasas entre la tasa de interés doméstica e internacional, lo cual disminuye las presiones al alza sobre el tipo de cambio.

“Tanto la inflación como el tipo de cambio son variables que afectan muchísimo el bienestar de los costarricenses”, dijo Robalino. Y con él coincide el economista Ennio Rodríguez, presidente del Colegio en Ciencias Económicas.

“En general, todo aumento en la tasa de interés tiene un efecto negativo sobre el crecimiento, pero la inflación tiene un efecto pernicioso en la distribución del ingreso y afecta en mayor medida a los grupos más vulnerables, además de otros efectos distorsionantes en la economía”, comentó Rodríguez.

“Este es el dilema para los bancos centrales. Ahora bien, en las circunstancias actuales de Costa Rica, no cabe una política monetaria expansiva, por lo que el Banco Central debe avanzar al menos hacia política monetaria neutral cuanto antes, para que no alimente la inflación. Por lo tanto, no sorprende la magnitud del aumento de la tasa de política monetaria anunciado”, añadió este economista.

Para Rodríguez, no existe una justificación para mantener una tasa de política monetaria inferior a la tasa neutral por cuanto, el Banco Central estaría alimentando una fuerza inflacionaria doméstica, quizás la crítica, añadió, es si debió hacerlo con mayor celeridad, si los ajustes anteriores a la tasa de política monetaria fueron tímidos ante el cambio en las circunstancias internacionales y nacionales.