Nuestra falta de acción ante fenómenos irreversibles

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Me mojo. Me seco. Me lo pongo. Me lo quito. Tenemos mucha familiaridad con los fenómenos reversibles, y poca con los irreversibles.

Los maestros que se gradúan siguiendo estudios de poca calidad, influirán, de manera irreversible, en la mala formación de sus alumnos. Los graduamos hoy, pero perjudicarán al país por cuarenta años.

El desorden urbanístico que dejará a nuestras ciudades sin verdor, sin espacios para el esparcimiento de los habitantes, se nos va instalando metro a metro, lote a lote, desarrollo a desarrollo. Y nos afectará todo el futuro.

La reducción en la protección de las fuentes de agua, no es sed para el año entrante. Pero, ¿y en el 2030?

Las concesiones que instituciones y gobierno les fueron haciendo a los sindicatos, al eco de “te hacemos un paro que te ponemos a temblar y yo no me compro ese pleito”, nos han llevado a una situación de gasto público, donde no hay espacios de maniobra.

Y a Grecia la llevaron a lo que ya sabemos.

El transporte se agrava hasta el estrangulamiento, mediante una variable lenta pero segura que es la demografía. El sistema de transporte ignora esa variable. Se recarga y colapsa.

Y ahora ¿quién podrá defendernos? A vivir con el creciente costo que pagamos hoy en horas de presa.

Y el aflojamiento sobre valores que fueron tradicionales, ¿a dónde podría llevarnos?

Los ancianos demandantes de servicios especializados, ya están aquí, solo esperando a que transcurran diez años para que su edad pase de los setenta a los ochenta.

Una buena receta: aprender a distinguir en cuáles barros se convertirán estos polvos.

El tiempo pasa y hay problemas que se agravan con su paso.

¿Qué ocurrirá con los malos hábitos alimentarios?

¿Y con la sedentaridad ?

¿Y también con el deterioro paulatino de la seguridad social?

¿Y con los problemas de calidad de la educación?

¿Y con los problemas nacionales de eficacia?

¿Y, finalmente, con la evolución del crimen organizado en nuestro país?

Así como cuando planificamos nos conviene tener en mente la visión, el sueño realizable, también en otros asuntos, ahí donde omitimos la acción, nos conviene visualizar la pesadilla posible.