Vida en la empresa: Aguas y política

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El ingeniero Rafael Oreamuno se refiere en un programa radial, a un trabajo que está realizando el CFIA (Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos) para la preparación de un código hidrológico.

La experiencia que el país y el Colegio han tenido con el Código Sísmico, es encomiable. Hemos logrado salir prácticamente indemnes de sismos de alta magnitud, gracias a la ciencia, a la técnica, al buen juicio y a la solidaridad de connotados profesionales, cristalizados en ese Código.

La previsión paga sus dividendos. Don Ricardo Jiménez inauguró su gobierno de 1910-1914, cuatro días después del terremoto de Santa Mónica. Su administración proscribió las construcciones de adobe y bahareque que habían resultado funestas en ese sismo. Debido a esa sabia medida, con frecuencia vemos daños por terremotos en el país, menores a los de sismos semejantes en otras latitudes.

El código hidrológico hace falta. El crecimiento urbano desorbitado aumentó la cantidad y aceleración de las escorrentías y comprometió la recarga de acuíferos. Es importante estimular la construcción vertical, para reducir la escorrentía y reservar más áreas verdes, y promover el uso de techos verdes y superficies de calles permeables.

Expuso el ingeniero Oreamuno que de lo primero que se trata es de evitar que el problema crezca. Esta idea es de altísimo impacto. De no hacer nada, el problema crecerá. Esa, es una idea que el país necesita aplicar, no solo en lo hidrológico sino también en otra serie de desafíos: la congestión vehicular, la situación fiscal y el malestar con la política y los políticos, el estado de la educación, la seguridad social, los fondos de pensiones y la infraestructura. Ante algunos de ellos, las autoridades han tenido logros inferiores a lo que demandan las circunstancias. Ante otros, solo han sido espectadoras.

Convendría asomarse a estos estos procesos conceptuales, políticos, culturales, como los que entraña la redacción y promulgación de códigos, en beneficio de la solución de otros nudos estratégicos que nos ahogan.