Por qué simplificar las labores gerenciales tiene un alto valor

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Las herramientas gerenciales tienen un nivel óptimo en su aplicación.

Hay unas circunstancias en las cuales conviene utilizarlas. Tienen también su limitación, en el sentido de que aplicarlas más allá de un cierto punto, es contraproducente.

Un presupuesto es una herramienta indispensable para programar y controlar la acción en un periodo de tiempo dado. Sin embargo, querer presupuestar todos los ingresos y todos los egresos, puede introducir tales costos en tiempo y energía, que la herramienta pierde el sentido.

Es conveniente hacer el debido análisis antes de una decisión. Pero el énfasis imprudente en el análisis, se dice que conduce a la parálisis.

En general, las herramientas de control, llamadas a promover que ocurra lo deseable, pueden ser objeto de abuso, de manera que se vaya lo comido por lo servido, o menos coloquialmente, que la relación de beneficio-costo empiece a ser desfavorable.

Todos estos excesos se pueden gestionar si seguimos un enfoque A-B-C.

Apliquemos el presupuesto o el control gerencial, o la formulación estratégica a esa relativamente pequeña proporción de asuntos A, de gran significado, de gran impacto, de gran riesgo, y olvidemos la multitud de asuntos C, que no tienen esas características.

Hemos oído hablar del alto valor de algunas ideas estratégicas que las personas adecuadas plantean en la parte de atrás de un sobre o en una servilleta mientras sostienen un desayuno del trabajo. Y de cómo las múltiples páginas de formulación del plan constituyen, a veces, lo que se denomina un ejercicio de “rizar el rizo”.

La necesidad de los informes ejecutivos que acompañan a los reportes de muchas páginas se encuentra en que los destinatarios no disponen de mucho tiempo y entonces hay que saber decantar lo esencial.

Especialmente, en esta época de inflación literaria en que muchas personas lanzan sus ideas al ciberespacio.

El tiempo de quienes trabajan en las empresas no es infinito y tiene un costo de oportunidad, el cual consiste en lo más valioso que se deja de hacer mientras se dedica tiempo a actividades de baja productividad.