Algunas reglas de juego para las empresas familiares

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El gran número de empresas familiares en el país y las exigencias de un entorno cada vez más competitivo, hacen importante reflexionar sobre hacia dónde quieren ir, con cuál organización empresarial y cuáles niveles de eficacia.

Conviene que las empresas familiares se autoexaminen y que hagan el trabajo de rediseñarse antes de que aumente su complejidad. Una empresa familiar con sus descendientes en edad colegial o universitaria temprana está todavía en un buen momento… una vez que dos o tres de ellos regresen de la universidad , la cosa estará más complicada.

Hay que escribir, con sosiego y reflexión, unas reglas de juego antes de verse ante situaciones específicas. La regla, como no va dirigida contra nadie, despierta menos suspicacia que la decisión específica ante un hecho o solicitud. Debe hacerse una difícil elección en cuanto a si se desea un alto nivel de eficiencia o si se quiere construir un espacio laboral artificial, para ir colocando a los descendientes. Si la empresa no es rigurosa para seleccionar a sus colaboradores, acabará siendo menos eficiente.

Un día, los hermanos socios se casarán. Entonces vendrá aquello de la harina de otro costal, que guía las relaciones con los parientes políticos. De nuevo, conviene haberse puesto de acuerdo sobre reglas de juego al respecto, para no tener que cerrarle la puerta en la nariz al primer yerno o a la primera nuera. O para no excluir oficiosamente a yernos y nueras que tendrían mucho que aportar.

Ser gerente profesional no es lo mismo que ser profesional en gerencia. El pariente que estudió business , podría no alcanzar nunca los niveles de eficacia de un gerente avezado que además tiene un MBA.

Hay que reflexionar sobre los nuncas para no quitarnos oportunidades: Nunca contrataremos a un gerente que no sea pariente. Nunca aceptaremos socios. Nunca consideraremos vender la empresa. Nunca nos trasladaremos de este sitio en el cual originalmente se instaló nuestro padre hace medio siglo.

Como en tantos otros campos, una onza de prevención es preferible a un litro de amarga medicina.