La virtud de no ser juez y parte en nuestras decisiones

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La sabiduría popular adopta reglas de las disciplinas formales y las convierte en normas generales. Por ejemplo, la de que no se debe ser juez y parte, cuya relevancia se nos aparece en múltiples situaciones.

Uno no es buen juez de su propia rectitud. Posiblemente tiende a ser complaciente. En los sistemas de control interno hay reglas: quien maneja dinero no debe hacer los asientos contables. Podría tener la tentación de tomar parte del dinero y hacer ajustes en los registros para que no se notara. Tal vez la división de poderes de Montesquieu, siga la misma regla: un poder ejecutivo solo, sin control político del poder legislativo, podría terminar haciendo diablos de zacate.

En la actividad científica, el principio de falsación promueve el progreso: alguien hace un experimento y, a partir de él, afirma científicamente algo.

La regla es que la comunidad científica tiene que tener acceso al experimento, y tratar de verificar –o contradecir– lo que aquel afirmó. Si cada científico pudiera ser juez y parte, tendríamos tantas ciencias como científicos y al menos todas menos una estarían equivocadas, cuando no todas.

Las auditorías no dependen de los gerentes. Eso sería convertirlos en juez y parte. Dependen de las juntas directivas. Y la Contraloría General de la República no es un ministerio, sino un órgano de la Asamblea Legislativa.

Estamos en peligro de ser juez y parte cuando evaluamos nuestro comportamiento, cuando juzgamos sobre la ética de nuestras posiciones, cuando juzgamos eso que nos hicieron y que nos causó malestar.

Para ayudarnos a mejorar la objetividad, podríamos recurrir a terceros.

No a amigos complacientes, sino a terceros que tuvieran rectitud natural de jueces y en quienes reconozcamos imparcialidad, asertividad, capacidad para decir la verdad aunque duela.

Así como el barbero no se corta el pelo a sí mismo, y el médico no debería diagnosticarse a sí mismo cuando el asunto pareciera más complicado que una gripe, deberíamos tener la prudencia de buscar juicios de terceros confiables cuando enfrentamos una decisión, tenemos que juzgar sobre asuntos delicados o queremos recibir retroalimentación sobre cómo lo estamos haciendo.