El precio del dólar retomó esta semana el camino al alza que inició desde abril pasado con un incremento de ¢6,13, tras haber experimentado una baja de ¢10,38 la semana pasada.
El precio promedio de la divisa en el mercado Monex alcanzó un mínimo este año de ¢562,17, el 16 de abril, y a partir de ahí tuvo una tendencia al alza hasta llegar a un máximo de ¢615,11, el 10 de noviembre pasado; luego bajó un poco y ahora vuelve a subir.
Melvin Garita, gerente de BN Valores, explicó que entre lunes y miércoles, cuando se presentó la mayor depreciación del tipo de cambio, los intermediarios cambiarios registraron salidas de dólares por $44 millones, lo que respalda el movimiento al alza.
El economista Pedro Aguilar considera que son movimientos normales del mercado.
“Creo que son comportamientos normales. Si bien es cierto el Monex aumentó en la última semana, es un nivel similar al del cierre del mes pasado. Se ha dado una mejor oferta estos días, pero posiblemente continúe la estacionalidad durante la primera quincena de diciembre”, consideró.
El Banco Central explica en su Informe de Política Monetaria, publicado el 30 de octubre pasado, que el tipo de cambio ha tenido un comportamiento al alza en los últimos meses como resultado, principalmente, de factores estacionales y el menor ingreso de divisas por exportaciones debido a la crisis por la pandemia.
Además, el emisor reconoce que se pudo haber unido un cierto movimiento a la dolarización del ahorro como consecuencia de las preocupaciones y la incertidumbre por la situación fiscal.
Tradicionalmente, el precio de la divisa baja el fin de año por las ventas de dólares que realizan las empresas para el pago de aguinaldos y otros compromisos de fin año.
No obstante, este año hay tensiones extraordinarias como la definición del convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el futuro de los préstamos externos y la situación fiscal.
El economista Noberto Zúñiga, había indicado la semana anterior, que la baja experimentada en el precio de la divisa el fin de año no era una tendencia porque persisten los grandes desequilibrios fiscales, caída en las reservas monetarias y las posibilidades de una eventual degradación de las calificaciones de riesgo si no se adoptaran las medidas fiscales correctivas a la brevedad.