Ignorancia y ciencia

Columna Vida en la empresa

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Un investigador científico busca respuestas. Un arquitecto y un ejecutivo de empresa, diseñan soluciones. Ninguno de ellos está en el negocio de dar respuestas. Todos están en el negocio de buscarlas o de crearlas. Diseñar no es sacarlas de una alacena de respuestas enlatadas. Es crear las mejores de cara a las múltiples circunstancias de la realidad.

Paradójicamente, buena parte del sistema educativo que los ha llevado hasta ahí, cultiva el paradigma de que la calidad de quien aprende se mide por las respuestas. Valora su almacenaje, no el proceso de su búsqueda. No se premia el caminar tentativo y esperanzado a través de la noche de la ignorancia, sino el rápido acceso a lo que se tiene en la memoria, generalmente pensado por otros. Se valora lo acumulado, no el proceso de su obtención.

Al decir de Martin A. Schwartz es la aceptación de su ignorancia la que mantiene al investigador en la trinchera. Cuando no la tolere tendría que dedicarse a otra cosa. “Si nuestra ignorancia es infinita, el único camino posible es apañarnos lo mejor que podamos”

En ciencia política se dice que como nuestra ignorancia es tan grande, no conviene que un grupo decida lo que le conviene a los demás. En eso reside el valor de la libertad, en que el diseño de las soluciones no sea prescrito por unos pocos, sino que se pueda ir creando comunitariamente. Como se crea un idioma o las creencias y normas de una cultura.

El método científico ha probado ser eficaz para la búsqueda de respuestas.

Arquitectos, políticos, ejecutivos se enfrentan a desafíos de distinta naturaleza, pero igualmente se beneficiarían del conocimiento y cultivo del método científico o de algunos de sus componentes. Y entre sus componentes más didácticos, están el sentirse cómodo con la ignorancia; la inevitabilidad de emprender caminos que no llegan a ninguna parte; la buena disposición de empezar de nuevo; la lentitud con la cual se avanza; las trampas que nos tiende nuestro aparato de pensar; la ilusión de estar cerca y el convencimiento de que no lo estábamos.

Álvaro Cedeño Álvaro Cedeño, columnista de Economía (Archivo)

alvarocedeno.com