Otro año sin reforma fiscal, ¿hasta cuándo entonces?

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Luego de una intensa discusión política, la cual no se reflejó ni en el contenido ni en la calidad de los proyectos en discusión, un nuevo año termina sin avances significativos en la reforma fiscal.

Estamos prácticamente igual que en enero pasado y estaremos igual en enero entrante.

Los legisladores ni siquiera han podido resolver en forma definitiva el tema de la aprobación del impuesto a las personas jurídicas, pese a que la discusión ha tomado muchas horas, días y sesiones.

El ciclo de aprobación de las reformas tributarias es excesivamente largo y complejo. No basta con el diagnóstico de las necesidades del país, ni la consulta a expertos en la materia, ni el estudio de los modelos tributarios de otras legislaciones, ni la identificación de las mejores y más adecuadas soluciones para el mejoramiento de nuestras estructuras tributarias.

Por encima de todo, están las circunstancias políticas y legislativas, cuyo peso es mayor a la urgencia de los cambios y de los ajustes. Para poner un ejemplo, el gobierno actual prometió en campaña que no se aprobarían impuestos en el primer año, una promesa cumplida a cabalidad, porque tampoco se aprobaron impuestos importantes en el segundo año ni en el tercero.

El año próximo de nuevo será año electoral, año de campaña, año de promesas. ¿Será que el tema de la no aprobación de impuestos volverá a ser instrumento para captar electores? ¿Será que los diputados y diputadas de las diferentes fracciones legislativas no aprobarán impuestos para evitar la crítica de la ciudadanía? ¿Volverá a ser un año perdido? Y aún después, ¿será que el nuevo gobierno repite el ciclo del actual y el tema seguirá sin resolver cuatro años más?

Mientras tanto, la crisis fiscal aumenta, el gasto público no disminuye, la evasión continúa, crecen las desigualdades entre los contribuyentes y se aleja poco a poco la inversión extranjera.

Al ritmo que vamos, cuando se implementen los cambios que actualmente se impulsan, ya habrá necesidad de otros cambios para ajustarnos tanto a una nueva situación económica nacional como también al entorno de países y organizaciones internacionales que avanzan continuamente en materia tributaria.

Queda la pregunta: ¿para cuándo la reforma tributaria? Ojalá no tengamos que esperar más años por la respuesta.