Las ventajas y los desafíos de un buen sistema de IVA

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Según los últimos “acuerdos” tomados por parte de la clase política, la reforma tributaria empezará con la imposición indirecta con prelación a la directa, es decir, el impuesto sobre la renta.

Entonces, ¿qué se puede esperar de un buen sistema de IVA? Un alto potencial recaudatorio, pues se universalizaría la aplicación a todos los bienes y servicios, aspecto que, en una economía como la costarricense –en la que el crecimiento en el área de servicios ha sido muy dinámico–, indudablemente va a tener un efecto positivo en la recaudación.

Uno de los grandes enemigos de este objetivo son los altos niveles de informalidad que presentan ciertas áreas del sector servicios, en particular los omisos del sistema, que podrían llegar a propiciar la creación de grandes bolsas de fraude en manos privadas, por recaudos hechos al contribuyente, sin pagar al fisco. Es un aspecto que debe ser remediado con la puesta en marcha de mecanismos de control que, hoy, Hacienda no tiene en marcha.

Esta línea del gasto público, imputable a la diferencia entre el potencial recaudador y el efectivo montante de la recaudación, comporta también una línea de gasto público que quienes estamos en la economía formal debemos asumir.

De un buen sistema de IVA, debe esperarse una cantidad excepcionalmente reducida de exenciones, que opte por tarifas muy reducidas a efectos no solo recaudatorios, sino también de un efectivo control de deducciones de IVA pagado, lo que genera un efecto encadenado de control que no puede perderse de vista.

Por otro lado, la peor de las condiciones para los agentes económicos –aparte de ser consumidor final y, por tanto, destinatario económico de la obligación– es ser exento del IVA, pues se convierte en un costo y genera, sectorialmente, una posible aceleración de la inflación.

No es del todo incorrecto optar por darle prioridad a la tributación indirecta, siempre que no se renuncie a las gestiones de reforma integral necesarias en renta, para evitar los agravios comparativos que comprometen la competitividad país y la de algunas actividades de orden intrasectorial.

Es claro que, con un sistema de IVA, planteado de manera adecuada y en funcionamiento, la información de control cruzado que se genera facilitaría aumentar la recaudación de renta.

Se requiere una clara política de control de cumplimiento ya que, de otra forma, no se lograría este efecto y se enriquecería quien, al aumentar sus precios a título de impuestos, simplemente no los pague, o compita con los agentes que sí los pagan.

Tendremos que aceptar que, si al menos se logra evolucionar a este impuesto, una importante porción de los problemas del déficit podría resolverse, notando que dependemos de una mejor gestión de control de parte de las autoridades, quienes deberán salirse del cuadrado de seguir siempre la fiscalización a los mismos y tomar acciones serias contra el fraude que permiten cuando hay omisiones.