Economía externa ayudó al Gobierno a navegar por aguas tranquilas

Caída en precios del petróleo y estabilidad en tasas de EE. UU. aliviaron la situación

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El buen clima económico externo que predominó en el primer año de gobierno de Luis Guillermo Solís ayudó a mantener la situación interna a flote con todo y las turbulencias que se desataron.

A pesar del alto déficit fiscal, el cierre de la planta manufacturera de Intel y el elevado desempleo, el Gobierno logró maniobrar el barco apoyado por el abaratamiento en los precios del petróleo y otras materias primas, así como por las bajas tasas de interés que persisten en los Estados Unidos.

La reducción de los precios del petróleo contribuyó a mantener la inflación por debajo del 6% y las tasas de interés estables, y con presiones hacia la baja en el tipo de cambio.

Además, la estabilidad en los costos financieros en Estados Unidos evitó sobresaltos adicionales en las tasas de Costa Rica.

El manejo financiero del Gobierno, que incluyó un préstamo externo por $1.000 millones y canjes de deuda interna, también permitieron mantener los intereses a salvo de la borrasca.

Este entorno ayuda a que la producción crezca pese a todo –aunque no lo suficiente para bajar el desempleo– y a sostener los gastos del Gobierno, sin perder de vista que el déficit financiero avanza igual al del año anterior.

Para el ministro de Hacienda, Helio Fallas, decir que el principal fruto fiscal del primero año fue mantener igual el déficit es un enfoque muy financista.

“No lo estamos viendo tan financista, porque tenemos proyectos por el lado del ingreso y también estamos haciendo cosas con el presupuesto (…). Es un banco de tres patas; la otra es la plataforma tecnológica”, dijo.

Para el expresidente del Banco Central, Eduardo Lizano y el exministro de Hacienda, Thelmo Vargas, es poco lo que se logró en el primer año en materia fiscal.

“El talón de Aquiles sigue siendo la parte fiscal, el ordenamiento de las finanzas públicas, y ahí yo no veo que en este primer año se comenzara, porque no es un problema que se pueda resolver rápidamente”, dijo Lizano.

“La Administración Solís se encontró ante una situación inusualmente favorable del entorno externo lo que le ha permitido colocar deuda pública en términos favorables. Pero en lo que a ella conscientemente compete, el déficit fiscal sigue altísimo y no se vislumbra acción correctiva en el corto plazo”, añadió Vargas.

Carlos Conejo, profesor de la Universidad Nacional, consideró que las propuestas fiscales son sensatas y que se ha cumplido con no establecer nuevos tributos en los primeros dos años.

Frutos monetarios y cambiarios. El Banco Central sí ha tenido más posibilidades de dar golpes de timón. El más fuerte fue este año, al dejar atrás el sistema de banda cambiaria y pasar a flotación administrada del tipo de cambio.

La entidad también tomó otras medidas como modificar la forma en la cual negocia las divisas del sector público, lo cual ha ayudó a calmar al dólar. No obstante, la sensación de estabilidad ha estimulado a las personas a pedir más créditos en moneda extranjera, lo cual abre un reto.

Para Lizano, el Banco corrigió las oscilaciones del dólar, pero se fue al otro extremo, de hacer creer a los agentes económicos que es un sistema de tipo de cambio fijo, en lugar de flotación.

Miguel Gutiérrez Saxe, fundador del Programa Estado de la Nación, opina que la estabilidad del primer año no alcanza.

“La situación de crisis fiscal y la posposición en hacerle frente (ni en gastos, ni en ingresos) obliga a la política monetaria a hacer su propio trabajo y compensar lo fiscal”, comentó.

Añadió que eso repercute en el alto nivel de desempleo (y subempleo), mayor presión en el pago de la deuda pública, y en el crecimiento económico desacelerado.

Para el segundo año el ambiente se torna tormentoso, pues ya no hay más autorizaciones para vender bonos afuera y la situación externa puede variar. Por eso, el mismo Solís apura la discusión de los nuevos tributos.