Costos y débil formación en ciencias dificultan acceso de jóvenes a carreras del futuro

Según datos del Conare, apenas tres de cada 10 títulos universitarios de grado fueron en carreras del área STEM en el 2021; esta tendencia se ha mantenido desde el 2014

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La débil formación en ciencias básicas desde edades tempranas y los costos asociados al estudio alejan a los jóvenes de las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Desde el 2014, el porcentaje de graduados se ha mantenido, prácticamente, estancado.

El número de egresados no aumenta pese a que el mercado laboral es altamente demandante para estas carreras, principalmente, las vinculadas a ingenierías y tecnología. La categoría también integra a profesionales de campos como salud, recursos naturales y ciencias básicas.

De los 41.199 títulos de grado entregados en 2021 por las universidades, tanto públicas como privadas, solamente el 26,3% (10.864), es decir, tres de cada 10, eran de carreras del área STEM, confirmó el Consejo Nacional de Rectores (Conare).

Las cifras las ratifica el Programa Estado de la Nación (PEN), el cual identificó 10.901 graduados en 2021 en cuatro grandes áreas que componen las carreras de ciencia y tecnología: ciencias médicas, ingeniería y tecnología, ciencias exactas y naturales, y ciencias agrícolas. Ingeniería y tecnología acapararon más del 50%, con 6.052 títulos, y mantienen una tendencia positiva de crecimiento, según recopila el portal hipatia.cr.

Olman Madrigal Solórzano, jefe de la División de Planificación Interuniversitaria de Conare, explicó que una persona puede tener interés en la ciencia, matemática, tecnología e ingeniería. Sin embargo, a lo largo de su proceso formativo, desde el preescolar hasta el preuniversitario, hay factores que pueden hacerle desechar su intención de cursar una carrera STEM.

Entre esos factores enumeró la carencia de “buenas bases” exigidas por las STEM, la calidad del profesorado preuniversitario, desigualdades en la formación por falta o poca disponibilidad de profesores capacitados, así como una carencia en la orientación vocacional, y desigualdades y sesgos de género.

María Santos Pasamontes, coordinadora de investigación del PEN, coincidió en que hay una concatenación de factores que inciden desde primaria y secundaria. Una de ellas es que la educación en Costa Rica no fomenta las vocaciones científicas, que despierten la curiosidad y que expongan a los estudiantes desde una etapa temprana a estos temas.

“La mejor estrategia para fomentar vocaciones científicas y tecnológicas es mejorar la enseñanza de las ciencias. La realidad es que hay deficiencias muy importantes. Con el desempeño del país en las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), tanto de ciencias como matemáticas, quedan demostradas las deficiencias que hay en cuanto a la calidad de la enseñanza en esas áreas”, añadió la investigadora.

Wilberth Molina, decano de la Facultad TIC de la Universidad Fidélitas, también aseguró que existe una brecha educativa que se arrastra desde hace algunos años y que se acrecentó con la pandemia, lo que afectó los cimientos de la educación.

Relacionado con esto, añadió que las deficiencias del sistema educativo generan “miedo” a ciertas materias como Matemática, Ciencia, Química y Física, al no tener los estudiantes una formación “ideal” en esas áreas que predominan en las carreras STEM.

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Los costos pesan

Las carreras del área STEM también están relacionadas con altos costos, debido a la complejidad de la enseñanza, la cual requiere de infraestructura más especializada como laboratorios o equipo técnico.

Según datos del Departamento de Crédito de la Comisión Nacional de Préstamos para Educación (Conape), las carreras del área de ciencia y tecnología acapararon el 61% del total de operaciones de préstamos aprobados por la institución, en el 2022. La cifra del 2021 fue del 58%, es decir, tres puntos porcentuales menos.

En cuanto a las colocaciones, el monto del año anterior fue de ¢19.388 millones, superando así los ¢16.800 millones del 2021. Si se toma la cifra total del 2022 y se divide por los 2.404 préstamos aprobados en esta área, el promedio de cada uno de los créditos es de poco más de ¢8 millones.

Róger Granados Ugalde, jefe del Departamento de Crédito de Conape, explicó que han registrado una mayor demanda en carreras de ciencia y tecnología con relación a otras áreas debido a dos razones: el costo de la formación educativa y la alta demanda del mercado laboral en algunas profesiones de esta rama.

“El costo para estudiar una carrera en ciencia y tecnologías, especialmente las de Ciencias de la Salud, representa una inversión mucho mayor que otras áreas por lo que, en la mayoría de los casos, no es suficiente el apoyo económico del grupo familiar para atender estos gastos y se hace necesario el financiamiento”, afirmó Granados.

Una carrera como Ingeniería Industrial, cuya demanda laboral es alta, tiene un costo por materia regular en la Universidad Fidélitas de ¢129.500 y un pago de matrícula de ¢111.750, que los estudiantes de primer ingreso no cancelan en el primer cuatrimestre. La carrera consta de nueve cuatrimestres, la mayoría de cinco cursos, para optar por el bachillerato y dos más para licenciatura.

Esa misma carrera en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit) tiene un costo total de ¢8,2 millones para el bachillerato; mientras que la licenciatura tiene un precio de ¢2,1 millones, detalla el sitio web de la casa de enseñanza. Mientras que la de Ingeniería Informática, por ejemplo, tiene un precio de ¢9,7 millones.

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Los precios son más económicos en las universidades estatales pues mantienen costos anuales fijos por crédito que aplican para cualquier carrera y planes de beca.

En la Universidad de Costa Rica (UCR), los aranceles se fijaron en ¢15.205 por crédito sin beca. El tope máximo de créditos por semestre que se debe pagar es de 12 con un costo total de ¢182.460. Para poner el mismo ejemplo, la carrera de Ingeniería Industrial, que se compone de nueve semestres, tiene un costo de ¢1,6 millones en el grado de bachillerato.

En el Instituto Tecnológico (Tec), el crédito es un poco más caro: ¢21.210, sin beca. Igualmente, en este centro de estudios aplica un tope máximo por semestre de 12 créditos, con un costo final de ¢262.140 sumando matrícula y el seguro estudiantil.

En el Tec el plan de estudios de bachillerato en Ingeniería en Producción Industrial se compone de 10 bloques. El precio final de la carrera, sin beca, asciende a ¢2,6 millones y se obtiene el grado de licenciatura, detalla el sitio web de la universidad.

En el caso de las universidades estatales, Olman Madrigal consideró que los costos no deberían representar un obstáculo para estudiar estas carreras por la mecánica de becas. Sin embargo, el acceso a los centros de enseñanza superior es limitado, ya que se establece una cantidad de cupos que se reparten en función de los resultados en el examen de admisión.

Sumado a esto, Linda De Donder, directora de la Fundación Tejedores de Sueños, que trabaja con población estudiantil de escasos recursos de diversas partes del país, señaló que si bien las becas representan una oportunidad importante para que estudiantes puedan acceder a la educación superior, también deben asumir otros costos pues no siempre pueden cubrir todos sus gastos con ese subsidio.

De acuerdo con la Vicerrectoría de Docencia de la UCR, la universidad ofertó 4.220 cupos en carreras STEM para el 2022 y 4.231 para el 2023, en todas sus sedes.

La investigadora del Estado de la Nación resaltó que es un hecho se ha aumentado el cupo en algunas de esas carreras en la educación superior estatal, pero esto aún no se refleja en los graduados. Además, añadió que en estas carreras de ciencia y tecnología la nota de corte para ingresar suele ser más alta.

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Mayores gastos

Aunado a esto, hay una brecha en la oferta académica de las universidades en sus sedes regionales para estas carreras, ya que están más centralizadas. Según una investigación del Estado de la Nación, cinco conglomerados en la Gran Área Metropolitana aglutinaron el 76,8% de los profesionales formados en ciencia y tecnología del 2000 al 2017.

Según la Vicerrectoría de Docencia de la UCR, de los 4.220 cupos en carreras STEM que ofertó la universidad, en el 2022, 1.278 fueron en sedes regionales; mientras, para este año, de los 4.231 espacios, 1.300 se ofertaron fuera de los recintos centrales. Es decir, el cupo para estas carreras en zonas fuera de la GAM se mantiene en 30%.

“En las zonas regionales hay una mayor cantidad de oferta académica de las universidades públicas que corresponde a Educación y Ciencias Económicas, como Administración de Empresas. Mientras que en ciencias básicas casi no hay”, dijo Santos.