Columna Clave fiscal: Posiciones intransigentes

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La situación financiera del país se vuelve cada vez más crítica y delicada.

A la evasión fiscal ejercida por muchos contribuyentes, se añade el deficiente cobro de los impuestos ya existentes y la inercia legislativa en cuanto la modernización del modelo impositivo costarricense. Lo cierto es que a nadie le gusta pagar impuestos ni que se generen cada vez más tributos nuevos.

La promesa populista de no aprobar leyes fiscales en los primeros dos años de gobierno se cumplió sobradamente y ahora el tema se ha convertido en un lastre en sede legislativa, a pesar de que todos los actores políticos concuerdan con la urgencia de realizar cambios estructurales y de fondo en cuanto al problema económico y financiero que afecta a gobernantes y a gobernados.

El problema tiene dos lados, como dos caras tiene una moneda. La efectiva recaudación de los impuestos tiene como contrapartida la contención del gasto, si es que se quieren sanear las finanzas públicas. Los gobernantes han decidido ocuparse del problema del gasto, pero el asunto no va a ser nada sencillo.

Los contribuyentes de los diversos sistemas de pensiones, no están dispuestos a aceptar que se modifiquen las condiciones en que han cotizado por años.

Los asalariados del sector público no aceptan que se limiten salarios, ni que se quiten privilegios y últimamente ni siquiera quieren que se hable del tema, recurriendo en algunos casos a manifestaciones que asoman ya la violencia verbal.

Los que no quieren nuevos impuestos piden que se rebajen gastos. Los que no quieren el rebajo de gastos piden nuevas leyes que logren mayor recaudación, para poder seguir gastando.

Los que deben impuestos no los quieren pagar y los encargados de cobrarlos no tienen suficientes recursos para hacerlo.

Mientras tanto, la crisis financiera se agrava cada vez más, pero todos mantenemos nuestras posiciones y al parecer algunos están dispuestos a morir por ellas.

La razón no siempre está del lado de quien grita más y la inercia es la peor forma de enfrentar estos problemas.

Aferrarse a posiciones intransigentes no va a producir ninguna solución. No podemos cerrar los ojos y pretender que no pasa nada o que no va a pasar nada.

Estamos quemando la vela por los dos lados.