Horticultores de Cartago van a vender sus productos a Guanacaste para sortear la pandemia

Los canales de comercialización variaron y la producción de hortalizas tiende a la baja debido a la incertidumbre sobre la demanda causada por la emergencia sanitaria

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Desde Llano Grande de Cartago hasta La Cruz, en Guanacaste, o Upala, en la zona fronteriza de Alajuela con Nicaragua. Martín González nunca se imaginó que él y su familia tuvieran que acudir a eso para vender sus productos hortícolas y evitar que se perdieran.

A finales de julio del 2020 tomaron ese camino. Había mucha remolacha, zanahoria, repollo y papa y no tenían donde colocar esas hortalizas. Tenían que hacer algo y vendieron un carro tipo pick up de la finca para adquirir un camión.

La aventura los hizo llevar el producto hasta puntos cercanos a la frontera con Nicaragua y, en noviembre del 2020, decidieron abrir una bodega en Cañas, Guanacaste.

Los comerciantes minoristas (dueños de verdulerías) ahora van a recoger a ese centro de distribución y a algunos se les deja en los negocios cuando el camión hace la ruta, explicó el horticultor.

Actualmente, combinan la venta tradicional a intermediarios y otros compradores, con la entrega de hortalizas en Guanacaste.

Según González, la demanda de estos productos frescos es igual o quizá menor con la pandemia, pero el principal efecto de la emergencia es el cambio en la comercialización. Ahora, los intermediarios llegan mucho menos a las fincas y aumentó la venta casa por casa o en negocios minoristas.

Menos producción

Datos obtenidos de los estudios de mercado del Consejo Nacional de Producción (CNP) indican que, por ejemplo, la producción de cebolla en Costa Rica alcanzó 39.663 toneladas en el 2018, se ubicó al cierre del 2019 en 39.022 toneladas y en el 2020 la cifra fue de 36.047 toneladas.

En el caso de la papa, la producción se ubicó en 74.421 toneladas en el 2018, bajó a 64.870 toneladas al año siguiente y en agosto del 2020 se estimó una cosecha de 51.135 toneladas para ese año (el dato final de cierre no se ha publicado), de acuerdo con el Análisis y Monitoreo de Mercados-Papa, del CNP.

El horticultor González (cuyo padre tiene el mismo nombre), quien también es presidente de la Corporación Hortícola Nacional (CHN), atribuye las caídas en la producción a la incertidumbre sobre la demanda, creada por la pandemia.

“El productor ahora no se quiere arriesgar con los créditos bancarios; anteriormente si a uno le iba mal con un producto, lograba ajustar con una buena demanda de otro. Ahora no se sabe cómo va a estar el mercado”, enfatizó.

Esa condición afectó los precios de los productos, dijo González. En efecto, el precio promedio anual de la zanahoria en la finca, por ejemplo, fue de ¢192 por kilo en el 2018, subió a ¢204 en el 2019 y en el 2020 se quedó en ¢135, según los estudios de la página del CNP.

Este producto se vio fuertemente afectado por la baja de exportaciones al Caribe, el año pasado, lo cual se debió al cierre de hoteles y viajes en esa región y al bloqueo de rutas hacia los muelles en Costa Rica, durante las protestas.

La papa, en tanto, se cotizó a un precio promedio anual de ¢323 el kilo, en la finca (al productor), en el 2018, subió a ¢341 en el 2019 y a agosto del año pasado ese valor estaba en ¢337.

El precio promedio anual de la cebolla al productor se ubicó en ¢431 el kilo en el 2018, en ¢781 en el 2019 y en ¢540 el año pasado.

Ajuste obligatorio

La familia de Martín González se vio obligada a hacer el ajuste por el impacto de la pandemia. Antes cultivaban unas 35 hectáreas y ahora lo hacen apenas en 17 hectáreas.

Aun así, deben mantener la venta en Guanacaste, zona donde el camión va unas dos veces por semana, de acuerdo con las necesidades.

Pero no se trata de rentabilidad. Se trata de mantener el negocio abierto y evitar que los productos se deterioren.

“A escala económica ha sido complicado; nada más es una forma de cómo vender productos. Como negocio rentable es complicado, pero al menos es una idea de comercialización que no teníamos”, declaró.

En su posición de presidente de la Corporación Hortícola Nacional, explicó que gran cantidad de miembros de esa agrupación trataron de aplicar nuevas formas de comercialización, tanto por la dificultad de vender los productos como por la necesidad de cortar las cadenas con los intermediarios.

Otro problema con la demanda fue una reducción de la cantidad de hortalizas que se industrializaban, lo cual se unió a la baja en compras de producto fresco y a la caída en las exportaciones de zanahoria, remolacha y algunos otros productos.