Vaya al médico antes de ejercitarse

El ejercicio es medicina y, como tal, requiere una valoración previa por parte de un especialista para que este atienda las necesidades particulares de cada persona y se logren prevenir lesiones

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Ayuda a reducir el estrés. También fortalece el sistema inmunitario. Es clave en el control del peso y, gracias a él, muchas personas duermen mejor.

El ejercicio es bueno por estas razones y muchas más. Por eso se considera uno de los mejores medicamentos.

Pero, como tal, necesita una evaluación médica que determine la condición física de la persona y la intensidad a la que puede ser sometido su cuerpo.

No solo eso. Un chequeo médico permite diagnosticar enfermedades o condiciones de salud ya existentes que podrían empeorar con un programa de ejercicio vigoroso, predisponer a lesiones o influir en el desempeño deportivo.

“Es importante porque se podría encontrar algún tipo de condición médica oculta”, comentó José Moncada, educador físico y profesor de la Escuela de Educación Física y Deportes de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Para el Colegio Americano de Medicina Deportiva, estas evaluaciones son obligatorias en personas que ya recibieron el diagnóstico de algún padecimiento. “Básicamente, lo que tratan es de conocer la salud del corazón, pues es un músculo que trabaja mucho bombeando la sangre hacia el cerebro y hacia los otros músculos, responsables de mover el cuerpo”, explicó Moncada.

En este sentido, la entrevista sobre antecedentes de enfermedades e historial familiar es clave, así como las mediciones de peso, presión arterial y frecuencia cardíaca, las cuales se realizan tanto en reposo como en movimiento, para ver cómo el ejercicio influye en ellas.

A algunas personas se les podría mandar un electrocardiograma, así como exámenes de sangre y orina para descartar afecciones y conocer el estado del metabolismo.

Una revisión médica también orienta al profesional en Educación Física. “Cada persona es diferente y es necesario individualizar los programas de ejercicio”, dijo Moncada.

A partir de las características y necesidades de cada persona, el educador físico puede indicar el tipo de ejercicio y la intensidad de este.

Por ejemplo: dos personas quizás deban dedicar la misma cantidad de tiempo a hacer ejercicio, pero una de ellas padece artrosis de rodilla. Esa persona no podrá correr por su condición; lo mejor será nadar.

Otro ejemplo: un diabético debe incorporar espacios para la hidratación en su rutina de ejercicios, ya que requiere un mayor control de su ingesta de agua debido a su alteración metabólica.

En este sentido, las pruebas de coordinación, flexibilidad, fuerza, reflejos, equilibrio y movilidad serán muy útiles.