Una noche de fe y sonrisas con el 'CEO' de felicidad

Buscarse la vida requiere esperanza pero también un buen plan señaló Gardner

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Subió al estrado a las 10:10 p. m. Chris Gardner, autor del libro La búsqueda de la felicidad que inspiró el filme , al final, fue aclamado en pie, ante brazos que sostenían teléfonos y iPads para la foto de rigor.

“Luego de recepciones tan calurosas como esta, debo aclarar que Will Smith no viene hoy”, bromeó cuando se calmaron las emociones de su auditorio en el complejo de eventos Pedegral.

El tercero de los conferencista que el miércoles diseccionó las claves del éxito, había llegado tras cuatro horas de aguante y espera.

Pasadas las 6 p. m., la fila desde la entrada principal se alargaba más de 100 metros. El ingreso se inició antes de las 7 p. m.

A la entrada, el ruido pegaba como un mazazo. El banco patrocinador dispuso un pasillo con grupos de actores simulando una graduación, el viaje a Europa, hacer una casa; ocasiones para un crédito.

Luego había mantas blancas donde la gente recibía marcadores para escribir frases a partir de las propuestas en las mantas como: “mi mayor logro ha sido”, “algún día quisiera”, “mi mayor reto fue”.

Algunos miraban con caras serias y ceja arqueada. Otto Guevara, del Movimiento Libertario, puso “erradicar la pobreza” en la que decía “mi mayor sueño es”.

De último estaba el arco rojo con motivos de la estatuilla dorada del premio Óscar. Allí se leía “soy el protagonista de mi vida”. Al pasarlo, más actores contratados lanzaban alaridos y golpeaban barandas al recibir a la gente que iba caminando sobre una alfombra roja.

Recuperada la paz auditiva, el asistente caía a una miniferia de patrocinadores con más publicidad para atizar ilusión y consumo.

A motivar. A las 8: 30 p. m. Sixto Porras, del programa Enfoque a la familia , empezó su conferencia.

Sus 20 minutos se resumen en que el éxito es saber bajar la velocidad para disfrutar logros alcanzados en familia.

En la penumbra del lugar, se iluminaban las caras sobre los celulares cuando Ismael Cala, presentador de CNN, habló a las 9 p. m.

Su blanca sonrisa arrancó con un “pura vida” y un “tenga paz” que agitó las almas. La sonrisa luego las invitó a seguirlo en Twitter.

Recordó sus orígenes humildes en Cuba, la herencia genética de esquizofrenia (su abuelo se suicidó por el mal) y como siendo un pésimo salonero en Toronto, empezó a subir peldaños en CNN.

“Hay que vivir como gladiadores, no como víctimas; no hay mayor pobreza que la indigencia espiritual. La clave para ganarse a la gente es escuchar”, finalizó .

Entonces llegó finalmente Gardner quien centró su receta para la felicidad en tener esperanza, pero, sobre todo, un plan claro, coherente, convincente, conciso y muy comprometido.

Repasó anécdotas familiares, abundó en referencias al filme y dio consejos basados en el sentido común. Nada nuevo. Igual la gente allí no esperaba ni grandes revelaciones ni ser motivada. Ya lo estaban: habían pagado hasta ¢75.000 y esperado horas por verlo.

En un país donde cuesta hallar líderes ante los cuales inclinarse, una charla de Gardner es un acto de fe. Es oír al milagro que ascendió de la indigencia a la riqueza decir: “si yo pude, usted también”. Esa noche, casi 3.000 personas prueban que perseguir la felicidad es negocio y hay demanda.