¿Qué es la niebla mental después de la covid-19?

Es una de las manifestaciones más comunes de la covid prolongada, pero también de las que menos comprensión se tiene; expertos buscan generar conciencia

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Lilliam Mena y Carol Retana tuvieron covid-19 en 2021, con manifestaciones muy diversas. Para Mena fue una gripe muy fuerte, a Retana el virus la tuvo en cuidados intensivos diez días. Sin embargo, ambas lucharon durante meses con un mismo síndrome que la ciencia estudia cada vez más de cerca: la niebla mental.

Este es un conjunto de síntomas que no se manifiesta igual para todos los que sufren esta enfermedad; en algunos casos aparece desde el día uno de la enfermedad, aunque lo más usual es que se presente como covid-19 prolongada, condición que se extiende por al menos cuatro semanas después, aunque ya el virus no esté presente en el cuerpo.

Hay personas con niebla mental que presentan problemas de memoria y olvidos frecuentes, y otras registran problemas de atención y concentración. Mientras hay quienes padecen fatiga mental o ansiedad. Cualquier combinación de todas las anteriores también es posible.

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El término se acuñó porque algunos pacientes describían estar caminando sobre una niebla muy intensa, con una linterna que funcionaba solo de vez en cuando. Pero ni Mena ni Retana lo sintieron así.

“Lo mío fue más pérdida de memoria. Se me olvidaron cosas, la falta de concentración, la ansiedad se incrementó, pero no lo describiría como caminar en niebla”, describió Mena.

Retana coincidió: “Por momentos se me olvidaba lo que iba a decir o el nombre de las personas. No se me iba del todo, no era una niebla densa, pero sí era horrible sentir que olvidaba cosas tan simples como lo que iba a hacer o a decir”.

Este fue el tema que abordó el doctor en Neuropsicología e investigador, Juan Carlos Arango Lasprilla, en una conferencia, en la Universidad Latina de Costa Rica, el pasado jueves 23 de febrero. Desde el inicio de la pandemia, Arango se ha dedicado a estudiar las diferentes formas en las que la covid-19 afecta al cerebro.

Luego de su charla conversó con La Nación sobre su trabajo.

“Son personas que tienen dificultades haciendo tareas, y en los trabajos pueden tener problemas al no concentrarse en sus actividades o tener olvidos. Pero también en la casa, en sus relaciones de día a día. Esos problemas de convivencia diaria también pueden generar síntomas de estrés, depresión o ansiedad”, explicó.

Niveles diferentes en personas diferentes

No todas las nieblas mentales son iguales. El especialista hizo una analogía del cerebro con una estación de metro, en la que hay diferentes líneas que van hacia diferentes lugares. Entonces, dependiendo de cuáles células atacara el virus, así serían los síntomas y su intensidad.

“El cerebro funciona como un sistema. Hay ciertas partes del cerebro que controlan la atención, la memoria, la parte visual, la parte táctil. Dependiendo de las partes del cerebro que se vean afectadas, así se verán los síntomas, habría quienes tengan más ansiedad o más problemas de memoria o más fatiga”, detalló Arango.

En Mena, esa niebla fue de los síntomas iniciales y le acompañó de forma seria durante seis meses. Ahora, más de año y medio después, aseguró que está mucho mejor, pero no volvió a ser igual.

Cuando ella lo experimentó, estaba estudiando para unos exámenes que le tomaban ya ocho meses de preparación.

“Estaba con una carga mental bastante pesada. Ese día, fue como si se me hubieran olvidado meses de estudio intensivo. Sabía lo que hacía, pero era como si nunca lo hubiera visto. Era ambiguo, sabía lo que tenía que hacer pero a la vez no podía creerlo. Igual me pasó con el inglés, según yo hablaba bien el idioma y la gente me decía que no lo estaba hablando bien”, recordó.

Incluso, al almorzar con sus hijas, le decían que estaba hablando muy lento y enredado. Esto fue lo que la llevó a hacerse la prueba de covid-19.

A los 15 o 22 días, el cansancio mental continuaba, se le olvidaban cosas básicas como una reunión del colegio de sus hijas.

Retana comenzó a vivir la niebla mental ya cuando había salido del hospital y en teoría estaba recuperada en casa, sus olvidos no tenían características tan laborales, sino más bien se vieron en cotidianidades del hogar. Los síntomas más serios se prolongaron un año completo, pero ahora todavía tiene problemas de concentración y, de vez en cuando, bromea con sus olvidos.

“Fueron olvidos muy frecuentes, falta de concentración y eso me llevaba a ansiedad. De hecho se burlaban de mí porque olvidaba el nombre de gente conocida de años, al punto de desesperarme porque lo tenía en la punta de la lengua y no lo recordaba”, rememoró.

Arango indicó que todos estos comportamientos son parte de la niebla mental, porque tampoco se tiene con la misma intensidad ni es constante en el tiempo, hay momentos en los que sí hay mayor lucidez.

¿Qué le pasa a nuestro cerebro?

De la misma forma en que la covid-19 puede atacar nuestro corazón, nuestros pulmones o el sistema digestivo, también puede llegar al cerebro. La niebla mental no es la única consecuencia. También pueden darse otras manifestaciones, como dolores de cabeza graves, problemas del habla o de movilidad, meningitis e inflamación en diferentes partes del cerebro.

Arango afirmó que una de las afectaciones al cerebro que se han visto, son los problemas de conexión en las redes neuronales, que son cruciales porque permiten la comunicación del cerebro. El especialista puso como ejemplo, las luces de un árbol de Navidad que se encienden y se apagan por sectores. Si la conexión no es óptima, la función cerebral que dirige esta zona se ve afectada.

“La covid-19 persistente está asociada con cambios en la conectividad cerebral y esos cambios explican por qué muchos pacientes expresan problemas mentales, comportamentales y cognitivos”, puntualizó el científico.

Pero esa no es la única afectación. En otras personas se ha visto disminución de la materia gris, del tamaño del cerebro, o bien, mayores daños en la zona relacionada con los síntomas.

De momento, aún es pronto para saber las repercusiones a largo plazo, especialmente en niños, cuyo cerebro todavía está en proceso de desarrollo cuando el virus los infectó.

Vacunación como aliada

A Retana, el virus la sorprendió cuando todavía no había vacunas para su grupo de edad; a Mena, cuando apenas había alcanzado a ponerse una sola dosis. Esto pudo haberlas puesto en un mayor riesgo del que hubieran tenido con más dosis de vacuna.

Durante su conferencia, Arango se refirió a un estudio realizado en Italia donde se examinó la prevalencia de covid prolongada en cualquiera de sus manifestaciones, según las dosis de vacunas. La conclusión general es que a mayor cantidad de dosis, menor es el riesgo de síntomas prolongados.

En dicho estudio, el 41,8% de los no vacunados experimentaron esos síntomas, así como el 30% de quienes tenían una dosis, el 17,4% de quienes tenían dos dosis y el 16% de quienes tenían tres. Las cuartas dosis todavía no habían comenzado a utilizarse cuando se hizo la investigación.

Seguir adelante

Tanto Carol Retana como Lilliam Mena dijeron que ser conscientes de esos síntomas les hacía tener más ansiedad y frustración, pero ambas debieron adaptarse a la situación.

Carol debió asimilar a otras secuelas de la covid-19, como problemas respiratorios, debilidad y fatiga.

Mena, quien además es cantante de coro, tuvo que acostumbrarse a no reconocer las notas a primera vista en una partitura y a confiar en que todo saldría bien. Se aseguró de tener todo por escrito y, a partir de ahí, tener paciencia.

Sin embargo, para ella lo más difícil fue llegar a contar en su centro de salud la situación y que le dijeran que eso no era cierto o que “no era nada”, cuando en realidad sí lo estaba experimentando.

“Fue muy frustrante. Tal vez ellos me veían bien, pero la gente más cercana a mí y yo sabíamos que algo no estaba del todo normal”, expresó.

Arango dijo que, aunque ya se sabe más de la covid prolongada y de la niebla mental, todavía hay personal de salud, empresas y líderes laborales que lo desconocen, y esa incomprensión suma frustración y ansiedad a los pacientes.

Por esta razón, añadió que deben hacerse más investigaciones, preferiblemente en cada país para ver sus diferentes características, además de mejorar el diagnóstico. Esos son aspectos en los que el científico trabaja a diario y busca ayudar a otras personas y sociedades.