No abuse de los inhaladores ‘de rescate’ para asma: estos son los riesgos

Especialistas en Neumología advierten que usar más de tres ‘bombas’ al año es indicador de que la persona tiene su enfermedad mal controlada y esto impactaría más su salud

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Sin embargo, no debería ser así de simple ni tan frecuente porque abusar de esta práctica puede ser contraproducente y provocar daños a largo plazo. Especialistas en Neumología coinciden en que si una persona utiliza este dispositivo varias veces por semana o más de tres “bombas” al año ya estaría sobrepasando lo necesario.

Esto tiene dos consecuencias: la primera, es que un uso tan intensivo es señal de que la enfermedad está mal controlada.

“Esto sí da una sensación de alivio a los pacientes y sienten que respiran mejor, pero no están atendiendo el problema de fondo ni las causas de esos síntomas”, resumió Felicia Montero, neumóloga del Hospital México.

La segunda consecuencia es corolario de la anterior: si la enfermedad no se controla durante meses e incluso años es donde más se verán las afectaciones a la salud producto de la desatención del padecimiento: las exacerbaciones (o “ataques de asma”) se vuelven más fuertes y frecuentes, aumenta el riesgo de hospitalización y también el de otras consecuencias para la salud.

Para la especialista, si la persona utiliza su tratamiento “de mantenimiento” a conciencia, según lo recetado, esto es lo necesario para controlar la enfermedad y no sería necesario el “rescate” salvo en ciertas ocasiones puntuales. El tratamiento de mantenimiento más común son los corticosteroides inhalados.

El estudio SABINA exploró el uso de esta terapia y vio que a cuatro de cada diez pacientes que les recetaron tres o más inhaladores de rescate al año, tuvieron un mayor número deexacerbaciones y una menor probabilidad de control satisfactorio de los síntomas.

¿Cuándo “rescatar”?

El neumólogo pediatra Arturo Solís afirma que estos medicamentos “de rescate” no son malos en sí mismos, y no pueden satanizarse, pero su uso sí debe ser muy específico.

“El doble filo es que, si bien se trata de medicamentos sumamente eficaces que te resuelven una crisis y por lo tanto te salvan la vida, al mismo tiempo hay que tener cuidado de no abusar de ellos. No porque sean buenos podemos utilizarlos indiscriminadamente en cualquier momento a cualquier dosis”, subrayó.

“No podés decir ‘llevo dos días, llevo dos semanas aplicándome medicación de rescate’, ya eso en sí mismo no es correcto. El de rescate es para sacarte de una crisis en la que estás, pero debe ser transitorio. Si ya pasa más de una semana, ya hay que buscar una solución”, agregó.

Montero aseguró que a nivel privado ella no utiliza estos tratamientos de rescate y prefiere optar, en caso de crisis, por otro tipo de productos que no solo “abren los bronquios”, también desinflaman. A esto se le lleva rescate antiinflamatorio.

A nivel público, donde no se cuentan con estas opciones: “en la CCSS (Caja Costarricense de Seguro Social), doy solo tres, antes les hacía la receta por 12, uno por mes. Ahora les digo ‘no es bueno usar más de tres en el año’, si los gasta antes venga, porque les tengo que ajustar el tratamiento (de mantenimiento)”.

A esto se suma el hecho de que muchas crisis son de tipo emocional. “Se crea una especie de dependencia psicológica a ese inhalador”, afirmó Solís.

El problema del subdiagnóstico

En relación con el tema, existe otro problema: no todas las personas están diagnosticadas. En Costa Rica, diferentes estudios dicen que la población asmática va entre un 10% y un 23%, pero el subregistro puede ser muy grande. Y esto se ve desde la niñez.

“Hay una negatividad a escuchar la palabra ‘asma’, como si fuera un tabú. Me han llegado a consulta mamás con chiquitos que toman medicamentos contra el asma y otros médicos no les habían dicho que sus hijos eran asmáticos. Es necesario hablarlo, decir que existe, educarnos, esa es la mejor forma de tratarlo”, aseguró Solís.

Montero complementó: “todavía hay personas que te dicen ‘mi mamá se murió de asma’. Eso sucedía en una época en la que no se tenía ni el conocimiento de la enfermedad ni los tratamientos con los que contamos hoy”.