Lavar, cocinar o chapear el jardín son aliados al combatir la obesidad

La energía invertida al realizar estas tareas puede contar como actividad física ligera

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Cuando se habla de hacer ejercicio o alguna actividad física, es común que la mente se imagine de inmediato un gimnasio, carreras al aire libre o deportes como el fútbol o baloncesto.

Sin embargo, labores que hacemos cada día, como lavar platos, cocinar, limpiar, sacudir muebles o jugar con los niños, son formas de movimiento que igual requieren una inversión de energía y, por lo tanto, también ayudarían a los costarricenses a reducir el riesgo del síndrome metabólico.

Este síndrome es una condición que se caracteriza por sobrepeso, obesidad abdominal, presión alta, niveles elevados de colesterol, azúcar y triglicéridos en la sangre, así como resistencia a la insulina. Esta condición es además un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares.

Los ejercicios ligeros se suman como una solución, según el más reciente resultado de una investigación coordinada por la costarricense Hannia Campos, quien tiene un doctorado en Salud Pública y trabaja en la Universidad de Harvard (EE. UU.).

¿Cómo se hizo? Este documento, publicado en la revista Preventive Medicine, es la segunda parte de un reporte divulgado en el 2013 que establecía que este tipo de actividades físicas ligeras reducían el riesgo de infarto.

Estos informes, a su vez, son parte de un estudio mucho más amplio, que se inició en 1994, para estudiar las causas y características de los infartos en los costarricenses.

En esta ocasión, como el objetivo era analizar solamente el síndrome metabólico (y no los infartos), solo fueron tomadas en cuenta 1.994 personas de la muestra de “controles”; es decir, los que no habían sufrido un infarto.

A todos se les tomaron muestras de sangre y grasa; también se les hicieron 18 preguntas sobre sus actividades cotidianas, intensidad física y descanso, midiéndolo en MET (equivalente metabólico), una unidad que estima el consumo de oxígeno.

Por ejemplo, según la escala, dormir consume 0,8 MET por hora; sentarse 1,0 MET; trabajar en escritorio, 2,8 MET; barrer o hacer agricultura, 3,6 MET; correr o trabajar en construcción 7,1 MET y, cargar objetos pesados, 7,8 MET.

Posteriormente, se analizó cuántas personas tenían síndrome metabólico y su relación con el tipo de actividad física que realizaban durante el día.

En total, 916 (45,9%) participantes tenían síndrome metabólico y 1.078 (54,1%) no lo tenían.

Al final, se determinó que las personas que más hacían actividades manuales y actividades ligeras al aire libre tenían menores posibilidades de síndrome metabólico y menor obesidad abdominal (su cintura medía menos).

Para el especialista en Educación Física, Mario Castillo (ajeno a la investigación), estas labores físicas domésticas sí aportan beneficios, pero también se debe considerar la importancia de hacer al menos 30 minutos de actividad física cinco veces por semana. “Puede ser caminar, trotar, bailar o andar en bicicleta, subir y bajar escaleras durante algunos minutos, pero no podemos quedarnos quietos durante el día. Si usted tiene una rutina de ejercicios, los beneficios serán mayores a los que tendríamos si solo realizamos oficios domésticos o actividades ligeras”, advirtió.

Tanto Castillo como Campos concuerdan en que una alimentación adecuada, que incluya muchas frutas y verduras, y que sea baja en grasa, es vital contra el síndrome metabólico.