Comunidades de Pacífico central y zona norte quedaron estancadas en dos dosis contra covid-19

CCSS lucha por llevar las terceras inyecciones, al igual que la vacunación pediátrica.

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“Nos dicen ‘con dos dosis es suficiente y ya las tengo’ cada vez que llegamos a ofrecer terceras y cuartas dosis. Quien las quería ya las tiene, y los que no, pues no se la van a poner”.

Estas fueron las palabras de un Asistente Técnico de Atención Primaria en Salud (ATAPS) del Área de Salud de Cóbano, en Puntarenas, durante una visita a diferentes comunidades para ofrecer la vacuna contra covid-19 a los diferentes grupos de edad.

Alina Chaves, jefa de Enfermería del Área de Salud, ha escuchado eso mismo una y otra vez: “Te dicen que no hacen falta más. Salimos a los pasillos de la clínica a hablar, hacemos campañas y recorridos. La gente sí continúa el esquema de vacunación, pero muy lentamente”.

Cóbano es un lugar con una particularidad. Si tomamos en cuenta solo la población mayor de 12 años, las primeras dosis llegaron a 117% de la población proyectada, es decir, había más población de la estimada por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y todos ellos aceptaron la vacuna. El porcentaje de segundas dosis también es de los más altos del país, con 100,99% de la población proyectada en un inicio.

Sin embargo, la situación cambia con las terceras dosis, a mediados de noviembre pasado estas habían llegado solo al 36,88% de los mayores de 12 años, poco más de uno de cada tres.

La situación se ve en otras zonas cercanas como Paquera, o más hacia el sur, en Garabito, donde la tercera dosis no llega a la mitad de quien debería tenerla.

Este fenómeno también es visto en poblados de la zona norte, como Sarapiquí, Los Chiles, Pital y Santa Rosa, en Pocosol, en San Carlos. En Los Chiles, por ejemplo, cuando llegó el hackeo a los sistemas informáticos de la Caja en mayo pasado, dos de cada tres personas tenían dos dosis, y las terceras solo llegaban al 17,83%. En Santa Rosa de Pocosol y en Pital, si acaso se sobrepasaba el 20%.

“Hay muchos esquemas que no hemos logrado completar, y ni hablar de reforzar con una cuarta dosis”, manifestó Melvin Anchía, epidemiólogo de la región Huetar Norte de la CCSS.

Chaves y Anchía consideraron que esto puede deberse a dos causas.Por un lado, a que en un inicio se hablaba de esquemas de dos dosis y cuando la tercera se introdujo se habló de un refuerzo, esto hizo que muchos lo vieran como un “extra” y no como parte de un esquema inicial. Por otro, es que en la época en las que se colocaban más primeras y segundas dosis había mayor saturación hospitalaria y las personas sentían mayor necesidad de protegerse. Ahora, cuando la misma vacunación ha bajado las complicaciones, la gente las ve menos necesarias.

Anchía dice que en el norte hay otros problemas, como el de vacunación pediátrica, la cual encuentra obstáculos mayores a los vistos en otras zonas del país.

“Sí hemos logrado vacunación en niños e infantes, pero totalmente insuficiente. Hay padres totalmente opuestos, centros educativos totalmente opuestos, que no nos ofrecieron ayuda para ser centros de vacunación. Pero nosotros seguimos con estrategias para la población”, afirmó.

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Fenómeno país

Estas son las zonas donde hay más estancamiento en segundas dosis contra covid-19, pero en realidad se trata de un fenómeno país. Los últimos datos difundidos por la CCSS a finales de 2022 hablaban de 2.791.092 terceras vacunas puestas, que llegaron al 54,1% de la población.

Lo preocupante para las autoridades son las 1.491.636 personas que ya podrían recibir una tercera dosis (pues ya transcurrió el tiempo necesario desde la segunda) y no lo han hecho. Estas representan al 28,89% de la población nacional, más de una cuarta parte.

“Dos dosis no son tan suficientes como querríamos”, dijo en una entrevista anterior Leandra Abarca, jefa del programa ampliado de inmunizaciones de la CCSS.

Lo cierto es que la tercera dosis va más allá de un refuerzo. La Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología (CNVE) estableció el esquema completo con tres dosis, sin importar el grupo de edad. La cuarta dosis sí es un refuerzo voluntario en los mayores de 18 años.

Chaves recordó que se ha verificado la utilidad de esta tercera inyección para proteger de complicaciones y muerte si la infección es causada por la variante ómicron, la cual es dominante en nuestro país y se caracteriza por ser más contagiosa. Informes del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), indican que un refuerzo aumenta la cantidad de anticuerpos en las personas y que esto da mayor potencia a la respuesta contra el virus SARS‐CoV‐2, causante de la covid.

No obstante, en las zonas de mayor reticencia a terceras dosis se unen otras cosas, como problemas de acceso. Gaudi Calderón, farmacéutica del Área de Salud de Cóbano, manifestó que las vacunas deben retirarlas en Puntarenas centro, ya sea en la oficina regional o en el hospital, y transportarlas en ferri. Para cuidar la cadena de frío, el vehículo de la CCSS no puede viajar en el sótano de la embarcación y el chofer debe permanecer ahí con el aire acondicionado, para evitar que el calor dañe los productos.

Movimiento antivacunas sí influye

Calderón señaló que el movimiento antivacunas, aunque está formado por pocas personas, sí ha calado entre quienes tienen dudas sobre posibles efectos secundarios.

“Sí influyen en las personas. Tratamos de llegar a la gente con información y dispuestos a aclarar dudas. Pero no con todos se logra”, resumió.

Marcela Arce, vecina de Cóbano, durante un tiempo creyó en la información de estos grupos.

“Yo estaba dispuesta a venir a vacunarme desde un principio, pero uno comienza a oír cosas que dice la gente y eso le da miedo. Ahora ya no tengo miedo”, dijo al recibir la segunda dosis en la Clínica de Cóbano en noviembre de 2021, casi un año después de que comenzó la vacunación a nivel nacional.

Esto también se ve reflejado en las vacunas pediátricas. La comunidad estadounidense, muy prolífica en la zona, en su mayoría aprovechó para vacunarse antes en Estados Unidos, pero la nicaragüense y la costarricense están más reticentes. Chaves dice que es común que las familias les digan que prefieren esperar.

Arce, sin embargo, luego de reflexionar e informarse, no quiso esperar. Ella llegó a recibir su segunda dosis al mismo tiempo que su hijo de tres años, un proceso que llevaron juntos, solo que, por como está establecido el calendario de vacunación, su hijo se inoculará por tercera vez dos meses después de la segunda, ella, a los cuatro meses.