¿Cómo cuidar su corazón? Tome consciencia de estos números

Sus niveles de colesterol, triglicéridos, presión arterial, frecuencia cardíaca y azúcar en sangre son algunas cifras a las que debe prestarles atención

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¿Cuándo fue última vez que usted se hizo un examen de sangre para determinar cómo estaban sus niveles de azúcar, colesterol, triglicéridos y hemoglobina? ¿La última vez que se tomó la presión arterial? ¿La última vez que se tomó el pulso y contó las pulsaciones por minuto? ¿O cuándo se hizo un chequeo médico general solo por prevención?

Si alguna de estas respuestas es afirmativa, ¿recuerda los números que dieron los resultados? y –aún más importante– ¿sabe lo que significan?

Para la cardióloga Melissa Ramírez, en la medida que nos preocupemos por conocer estos números y sepamos cómo está nuestra salud, también podremos cuidar mejor ese corazón.

Estos son los “números que importan” y que deberíamos tomar más en cuenta.

Presión arterial. En términos generales, debe estar en las cercanías de 120/80 mmHg. Si esta comenzara a subir a más de 130/90 en varias tomas durante una semana sí es motivo para consultar al médico para ver si amerita algún tipo de tratamiento o un seguimiento mayor.

“La presión baja no es problema. Muchas personas la tienen así por naturaleza y eso no es de preocupación, lo que sí debería preocuparnos es si comenzamos a hacer ‘picos’ de presión y esta sube y baja constantemente”, manifestó la cardióloga.

Frecuencia cardíaca en reposo. Para un adulto sano oscila entre 60 y 100 latidos por minuto. Si estos números están por fuera de este rango es recomendable consultarlo con un médico para ver si hay algo que explica estos niveles o si deben hacerse otros análisis.

Para saber cómo está usted es bueno medir las pulsaciones por minuto (o durante 20 segundos y multiplicar por 3) cuando usted esté en reposo, relajado y sin tener algún tipo de exaltaciones como un susto, risa o una preocupación de la que acabe de enterarse. Se puede sentir en la muñeca, el lado del cuello, la parte de atrás de las rodillas, la parte de adelante de los pies, la ingle y otros lugares del cuerpo donde haya una arteria cerca de la piel.

Un resultado fuera de estos rangos una sola vez aislada no es motivo de preocupación, por eso se recomiendan varias mediciones en estado de reposo en diferentes momentos del día para una mejor definición.

Glucosa en sangre. Una cantidad excesiva o insuficiente de glucosa en la sangre podría ser un signo de un problema médico serio. Si usted no tiene antecedentes de diabetes su médico usualmente le recomendará un examen de sangre en ayunas.

  • Si este arroja menos de 100 mg/dL se considera normal.
  • Entre 100 y 125 mg/dL se diagnostica como prediabetes.
  • 126 mg/dL o más en dos pruebas distintas se diagnostica como diabetes.

Colesterol. Es una sustancia que se encuentra en nuestra sangre y ayuda a la formación de células, pero si sus niveles son altos, es posible que se formen depósitos grasos en los vasos sanguíneos. Con el tiempo, estos depósitos crecen y hacen que sea más difícil que fluya suficiente sangre a través de las arterias.

En general, para mayores de 20 años, el nivel saludable de colesterol total es de 125 a 200 mg/dL. Y si se habla de colesterol LDL (popularmente conocido como “malo”), debe estar por debajo de 100 mg/dL.

Estos números también se conocen con un examen de sangre.

Triglicéridos. Son un tipo de grasa que está en la sangre, por ello, también se requiere de un examen de laboratorio para saberlo.

  • Normal: menos de 150 miligramos por decilitro (mg/dl)
  • Límite: 150 a 199 mg/dl (1,8 a 2,2 mmol/l)
  • Alto: 200 a 499 mg/dl
  • Muy alto: 500 mg/dl o más

Sin embargo, tanto Ramírez como la nutricionista Natalia Duarte advierten de que es necesaria una guía, porque hay personas en las que los indicadores no funcionan igual.

Por ejemplo, en un deportista de alto rendimiento, la frecuencia cardíaca (número de latidos del corazón por minuto) en reposo será más baja que en el promedio de las personas. O en quienes tienen mayor cantidad de masa muscular o acostumbradas a alzar peso o a trabajos físicos pesados su peso podrá ser mayor, pero esto no quiere decir que su grasa sea mayor o que no sea un peso saludable. O, en algunas ocasiones, los números pueden ser diferentes cuando se está bajo algún tratamiento médico.

Por ello, estos números deben ser tomados en cuenta a la luz de una conversación con un profesional en salud. También por esto es importante que no compare sus resultados con los de nadie más ni se “autodiagnostique”. Factores como la edad, el sexo biológico, la condición física y el estado general de salud de la persona cuentan en estos números.

Por ello, Duarte indica también que, aunque es bueno conocer los números no podemos esclavizarnos de ellos: “uno de los más peligrosos para esclavizarnos es el peso. No podemos pasar pensando todo el tiempo y en cuánto pesamos, mucho menos contar las calorías. Los números son una referencia, pero no es para depender de ellos”.

Así está el corazón de los ticos

Las enfermedades crónicas de este tipo no son ajenas a la realidad costarricense y están en aumento desde la década de 1970. Males como la hipertensión y la diabetes son cada vez más prevalentes a edades más jóvenes.

La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) tenía bajo medicamentos antihipertensivos a 1.142.500 personas, en 2021. La cifra representa el 22,13% de la población del país y el 29,85% de los mayores de 18 años. A esto se le debe sumar quienes tienen control en el sector privado.

Hay quienes requieren atención en consulta externa, como las 364.001 personas que acudieron a citas en el primer trimestre de 2021, solo en la CCSS.

Entretanto, la estadística más reciente en los servicios de Emergencias data del 2019, año en que se registraron un total de 43.838 atenciones por crisis hipertensivas. Estas ocurren en personas que no aplican los tratamientos indicados por los médicos.

La última Encuesta de Factores de Riesgo Cardiovascular de la entidad, divulgada en 2019, indicó que un 35,1% de los adultos costarricenses tendrían esta enfermedad.

Este mal crónico ha venido en aumento. Entre 2013 y 2021, años en los que la población nacional creció 9,54%, la cantidad de personas en tratamiento por hipertensión subió 21,4% (244.495 casos nuevos).

El último estudio de Carga de Enfermedad de la CCSS, publicado en el 2020 con datos del 2019, indica que solo la hipertensión fue responsable de la pérdida de 102.906 años de vida saludable (AVISA) ese año.

Los AVISA son una medición en salud que indican, como población, cuántos años tenemos con buena salud y calidad de vida. Cada AVISA perdido como población nos genera años en los que los habitantes de una comunidad sí están vivos, pero con mala calidad de vida a causa de una enfermedad o lesión.

La hipertensión por sí sola fue la causante del 11% de los AVISA perdidos en 2019.

En tanto, los datos de diabetes señalan que, de enero a setiembre del 2021, se detectaron 3.223 nuevos casos de esta enfermedad crónica entre los 0 y 19 años, aproximadamente 12 al día.

¿Cómo ‘mejorar’ nuestros números?

Rodríguez indicó que debemos ser conscientes de que hay factores que sí tenemos en nuestro control y otros que no tenemos. Por ejemplo, no podemos cambiar ni nuestros genes, ni nuestro sexo biológico ni nuestra edad. Pero el resto de los números sí podemos tenerlos bajo control.

La persona debe saber cómo son esos números. No podemos mejorar lo que no conocemos. El primer paso consiste en realizarse esos exámenes y tener una guía médica. Esto puede hacerse en cualquier consultorio médico. En el Ebáis de su comunidad usted puede solicitar una receta para estos exámenes de laboratorio y ya con los resultados ir a una cita para que le expliquen sus números.

Para mejorar esos números es necesario adoptar otras prácticas.

  • 150 minutos de actividad física a la semana, como mínimo.
  • Consumir más frutas, verduras y leguminosas como lentejas y frijoles, y menos azúcares y comidas fritas en cantidades altas de grasa.
  • Dormir bien, entre 7 y 9 horas.
  • Controlar el nivel de estrés.
  • Si usted tiene una enfermedad crónica, mantenerla bajo control con el tratamiento al día.