Caminata, baño, juego, sol... pero a las 8 a. m. las playas se vacían sin necesidad de sirena o policía

En un recorrido por playas del golfo de Papagayo se verificaron cumplimiento de medidas; visitantes disfrutan del amanecer en sus burbujas sociales y a la hora límite se marchan responsablemente

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Sardinal, Guanacaste. Eran las 6:15 a. m. de este lunes en playas del Coco, en el golfo de Papagayo, cuando turistas y locales se acercaban tímidamente, aunque ya había pasado más de una hora desde que el ingreso era permitido.

Pasaban a través del parque de la comunidad, única entrada disponible. De inmediato empezaba la caminata y el juego, había que aprovechar las casi dos horas que quedaban.

“Es bueno para traer a los chiquitos, a ellos les hace bien el mar y jugar en la arena", comentó Jessica González, quien acudió con su hijo de diez años. También su vecina, Juliana Tijerino, con un nieto.

Ellas viven a menos de un kilómetro de la playa, siempre la han sentido cerca. Sin embargo, ahora le tienen un aprecio mayor, pues con las medidas de emergencia por la pandemia, ya no pueden ir cada vez que quieren.

“Venimos a diario ahora que tenemos unas horitas”, comentó Tijerino.

A pocos kilómetros, en playa Ocotal, los visitantes eras menos. Cerca de las 7 a. m. unas ocho personas la recorrían de un lado a otro.

En playa Hermosa, en cambio, había más gente conforme se acercaba la hora límite.

Los visitantes ya no solo caminaban, había bañistas y muchos que tomaban el sol tempranero. Se venían parejas y familias, todas en su burbuja social, recomendación clave de las autoridades de salud para disfrutar estas pequeñas libertades en medio de la pandemia de covid-19.

“No se aleje mucho, vea que el ministro dijo que todos vivíamos en una burbujita y tenemos que estar juntos”, le dijo una mujer a su hijo de unos seis años.

No eran muchas personas, pero sí muchas más de las que se ven habitualmente en horas tan tempranas.

A las 8 a. m., por disposiciones del Ministerio de Salud, se cierra el acceso a las playas y nadie puede quedar ahí.

Diez minutos antes, seguían el juego y a caminata, pero al ser la hora, sin que hubiera anuncio, sirena o policía, los bañistas de Hermosa recogieron sus cosas y salieron.

La playa quedó vacía y cerrada.

Xila Amador, dueña de un restaurante justo frente al mar, dijo conocer la respuesta: “Queremos demostrar que somos educados, que sabemos hacer las cosas, que podemos portarnos bien, queremos venir por más horas en algún momento, no podemos irrespetar ahora".

Ella no tiene duda alguna, la mejor forma de reactivar poco a poco las actividades y entrar en esa “nueva normalidad” es demostrar responsabilidad.

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Doña Xila, tiene la esperanza de que el comportamiento que hay en Hermosa se mantega y se repita en otras playas. Solo así, dijo, es como la situación poco a poco mejorará.

“Si la gente no hace caso, es posible que la situación empeore y nos regresen a como cuando teníamos menos permisos”, concluyó la empresaria.