Tortugas baula enfrentan riesgo de pesca incidental al migrar desde Costa Rica hacia islas Galápagos

Riesgo de ser capturadas se da porque pasan por zonas de pesca

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Las tortugas baula que transitan por el corredor marino entre las playas de Costa Rica e islas Galápagos, en Ecuador, se enfrentan a un riesgo moderado de terminar atrapadas accidentalmente en líneas de pesca.

Ese es uno de los resultados de un estudio internacional que rastreó, mediante el satélite espacial Argos, las dos poblaciones –genéticamente distintas– de tortuga baula (Dermochelys coriacea) que viven en el océano Pacífico.

Para conocer lo que pasa con la población del este, que es la se observa en Costa Rica, los investigadores colocaron transmisores en 80 hembras que llegaron a desovar a playas Grande (Costa Rica), Mexiquillo, Cauhitan y Agua Blanco (México), entre 1992 y 2008.

Luego, rastrearon la señal que emitía cada transmisor y esos datos los compararon con el ‘esfuerzo pesquero’ realizado por la flota palangrera que opera en el Pacífico. Esto para predecir el riesgo de pesca incidental.

De esta manera, no solo detectaron que las baula viajan hacia las islas Galápagos luego de desovar, sino que se enfrentan a un riesgo moderado de terminar atrapadas en las líneas de pesca porque precisamente su ruta coincide con el área donde operan los barcos de palangre (tipo de aparejo usado en pesca artesanal y semi industrial).

“Cuando la pesca incidental se suscribe dentro de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los países, las medidas de mitigación deben requerir interacción con un número limitado de flota o embarcaciones, facilitar la implementación de regulaciones como modificaciones de artes de pesca, vedas y áreas marinas protegidas”, recomendaron los autores del estudio que fue publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B .

“La información dada por este estudio es importante porque hace 10 años no había cifras sobre el tema de conectividad biológica”, comentó Marco Quesada, director del Programa Costa Rica de Conservación Internacional (CI).

Para Quesada, a ese mapa de las áreas de interacción entre tortugas y pesca aún hay que agregarle más capas de información como meses de mayor o menor captura, así como artes de pesca con mayor probabilidad de pesca incidental y otras especies”, dijo.

Ruta. Al ser playa Grande uno de los sitios más relevantes para la anidación de esta especie de tortugas, nacionales y extranjeros realizan estudios allí desde 1990.

Ese es el caso de Rotney Piedra, quien además es el administrador del Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste, y Didiher Chacón, director de la organización Widecast.

“En un estudio anterior se logró determinar que las tortugas realizan movimientos paralelos a la costa. Eso nos indicó que los esfuerzos de conservación que se realizaban en el parque debían contemplar la parte marina”, comentó Piedra.

Luego de desovar, explicó Chacón, las baula se desplazan por la línea costera hasta encontrar la cordillera volcánica del Coco –sistema montañoso sumergido– que usan como guía.

Las tortugas pasan por la Isla del Coco, único punto emergido de esa cordillera submarina, y siguen su camino hacia Galápagos. “Luego se dispersan y algunas se desplazan a aguas de Chile y Perú para alimentarse”, dijo Piedra.

Esa es la ruta “de ida”, pero según Piedra, aún faltan estudios para conocer el camino de vuelta a las playas de anidación.

Zonificación. En un intento por ordenar el espacio marítimo, el sector palangrero y turístico presentaron una propuesta de zonificación que es analizada en el seno de la Comisión Nacional del Mar (Conamar).

Según Chacón, varias organizaciones ambientalistas pidieron audiencia a la Conamar para dar su aporte a este esfuerzo y este estudio científico les sirvió de insumo.

Como las migraciones de tortugas se dan por motivos de anidación o alimentación, la propuesta impulsada por las organizaciones toma en cuenta la franja costera donde se reúnen las tortugas.

“La zonificación consiste en medidas de uso como artes de pesca, tener los aparejos de pesca identificados, permitir solo anzuelo circular, no usar carnada viva y alejar el palangre de la costa. Aparte de proteger especies de interés para la pesca deportiva, eso le da paz a sitios donde hay tiburones pequeños”, destacó Chacón.

Esta es tan solo una propuesta como lo es también la iniciativa de los palangreros y pescadores turísticos. Conamar aún no ha emitido criterio al respecto.

Al igual que Costa Rica, el estudio científico puede servir de insumo para buscar un equilibrio entre la conservación y las actividades de uso en el mar.

Por ejemplo, en lo regional, ya existe la iniciativa del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical –declaración firmada en 2004– como un esfuerzo de cuatro países por trabajar en la gestión y conservación de las áreas marinas protegidas que conforman un corredor biológico para especies como tortugas, tiburones y ballenas.

Para Quesada, este esfuerzo puede servir como una mesa de diálogo para que Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador lleven posiciones y propuestas conjuntas a foros internacionales.

Sumado a ello, y aunque la mayoría de estos países son miembros de la Convención Interamericana para la Protección de la Tortuga Marina, Chacón consideró que lo mejor sería proponer una convención en el marco de Naciones Unidas que implique un compromiso vinculante.