Parques nacionales, una joya venida a menos

Fundadores atribuyen este deterioro a la falta de voluntad política

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Aunque hayan nacido más con fines biológicos, nadie sería capaz de negar la belleza escénica de las 166 áreas silvestres protegidas.

Es entendible perder el aliento ante árboles que se empeñan en alcanzar el sol con sus hojas u olas que revientan en un estruendoso pulso de percusión.

Quizá sea ese desborde de naturaleza lo que hace que olvidemos, un poco, la lucha que conllevó crearlos.

Existieron esfuerzos previos, cierto; pero lo que hoy tenemos se asocia a dos nombres: Mario Boza y Álvaro Ugalde.

“Detrás de nosotros están los verdaderos héroes anónimos. Los fundadores de los parques nacionales fuimos cientos de voluntarios y guardaparques”, se apresuró a aclarar Ugalde y es verdad.

Para cuando se conocieron, Boza ya había escrito una tesis que fundamentaba la creación del Parque Nacional Volcán Poás y Ugalde combinaba sus estudios en la carrera de Biología con el voluntariado y su participación en el Club de Montañismo.

Boza fue nombrado en el departamento de Parques Nacionales del Ministerio de Agricultura y Ugalde viajó a Colorado (EE. UU.) a recibir dos cursos: uno sobre parques nacionales y otro era una capacitación para guardaparques.

Por decreto ejecutivo, en 1970, Poás, Cahuita y Tortuguero se convirtieron en parques nacionales.

“Los que procurábamos proteger bosques estábamos en contra del progreso, eso me dijo una vez un ministro”, contó Boza.

Para ese tiempo, el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) trasladó los terrenos –que ya habían sido expropiados en Guanacaste– al nuevo departamento y así fue como se declaró a Santa Rosa como parque nacional en 1971.

Primero como voluntario y luego como su primer director, Ugalde asumió Santa Rosa con todo y las 40 familias de precaristas que vivían en los terrenos, así como las cabezas de ganado, la cacería furtiva y los incendios forestales.

Santa Rosa vino a constatar que una declaratoria no bastaba. Los parques nacionales requerían esfuerzo y sobre todo lucha. Algo que, para ellos, se fue perdiendo.

¿Entonces Santa Rosa fue un laboratorio para ustedes?

Ugalde: “Eso fue exactamente Santa Rosa, un aprendizaje. Aparte de aprender y entender, nos dio seguridad para la batalla que se venía en los próximos 20 ó 30 años”.

”En Santa Rosa me tocó conversar con las 40 familias de precaristas y lo hice a la manera tica: agarré el caballo y me fui. Empezamos un diálogo que iniciaba con malas caras cuando llegaba, pero luego se tornaba en una conversación.

”Eso terminó exitosamente porque el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO) colaboró y puso a disposición una finca en Cañas. Se les dio transporte y se les ayudó con el traslado.

”El otro aprendizaje fue ganarle el pleito a un finquero para que restituyera las 60 hectáreas que le había quitado al parque. Aunque era amigo del presidente de la república y del presidente de la Asamblea legislativa, los tribunales le ordenaron devolver la tierra.

”Además, se había presentado un proyecto de ley para quitarnos Santa Rosa y volvérselo a dar al ICT. El que lo había presentado era Daniel Oduber.

”En ese momento dijimos que una ley no era ley hasta que saliera publicada en La Gaceta, así que lo peleamos y no salió siquiera de la comisión de la Asamblea.

”Aprendimos que no había tal poder invencible, si uno se concentraba y tenía estrategias consistentes podíamos ganarle a la persona más poderosa del país.

”Daniel Oduber y yo nos fuimos haciendo amigos porque venía mucho a Santa Rosa y llegó a apreciar a los voluntarios. Con su apoyo, los parques nacionales crecieron como la espuma en declaratorias, presupuesto y guardaparques”.

¿Tienen algún parque nacional que sea su favorito?

Boza: “Uno de los preferidos es Santa Rosa, precisamente por los problemas que tuvimos y verlo ahora, aunque aún falta mucho por hacer, es una gran satisfacción”.

Ugalde: “El mío es Corcovado. Lo que costó Santa Rosa no es ni la décima parte de lo que costó Corcovado y lo que sigue costando. Este es un parque que sigue estando en peligro de extinción”.

¿Cómo ven ahora los parques?

Boza: “Débiles. Con la Ley de Biodiversidad desapareció el Servicio de Parques Nacionales y se creó el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), una mezcla entre el antiguo servicio de parques nacionales, la dirección forestal y el departamento de vida silvestre.

”Entonces, los parques perdieron el estatus jerárquico y por tanto su prioridad disminuyó. (...) El conjunto de parques lo veo débil en su capacidad para proteger, desarrollar y administrar los recursos naturales.

”Esto al punto que el sindicato del Minae, con ayuda de Álvaro y mía, redactamos un proyecto de ley para crear de nuevo el Servicio de Parque Nacionales. Ese proyecto fue presentado a José María Villalta, diputado del Frente Amplio, para tratar de llevar a los parques nacionales a lo que eran antes”.

¿Este conjunto de parques que tenemos ahora llegó a madurar o nos lo “comimos” antes?

Ugalde: “No lo dejamos madurar y nos lo estamos comiendo. Tuvimos el prestigio y creo que ahora estamos en retroceso. La cacería es exagerada y la voluntad política no la siento.

”El narcotráfico es un problema nacional y existen otros delitos ambientales, pero el problema más serio que tienen los parques nacionales es la falta de voluntad política.

”Pues sí se quiere ser carbono neutral, pero los parques en sí están muy abandonado y los guadaparques aún más. Los guardaparques nos estamos haciendo viejos y no hay renovación, las plazas están congeladas.

”Esa pasión nacional por desarrollar los parques nacionales que se vio en los años 70 y 80, ahora está estancada”.

¿Los damos por sentados?

Boza: “Correcto”.

Ugalde: “Decimos: ‘ahí están y eso es asunto del Gobierno’”.

Aún queda una pregunta, pero quizá ya no para ellos: ¿dónde están los Mario Boza y Álvaro Ugalde de hoy?